Zootrópolis es una película infantil que también nos da lecciones a todos los adultos que deseen verla. En ella podemos ver cómo JudyHopps, una pequeña conejita, trabaja para conseguir su sueño: unirse al departamento de policia de Zootrópolis. Todo eso a pesar de las advertencias de su familia y de la falta de apoyos de su ambiente más cercano.
Gracias a esta animación, el público puede ver las similitudes entre este mundo animal y la sociedad humana más cotidiana. Se trata de un espejo para aprender valores tan importantes como la tolerancia y la superación personal.
La película Zootrópolis, un reflejo de nuestro mundo
De manera sutil, el espectador puede ver hasta qué punto se parecen las especies animales y los grupos sociales. Cada grupo animal con unas ocupaciones casi determinadas se asemeja fácilmente a unos grupos sociales concretos. Además, representan aquello a lo que muchas personas desearían aspirar.
En ambos casos existe un problema: los prejuicios que tienen hacia los demás. Las ideas preconcebidas que tienen sobre los otros acaba por afectarles a sí mismos. En este sentido, la película enseña el camino para eliminarlas y poder llegar todo lo lejos que cada uno se proponga.
De hecho, protagonista da una lección clara: las apariencias y las etiquetas engañan. La falta de comprensión de su familia y la falta de confianza de los que conviven con ella en su trabajo solo sirven a JudyHopps para superarse a sí misma.
Y sí, gracias a ella se puede observar que la constancia y la fe logran que se pueda llegar más lejos de lo que se piensa. Las dificultades, además, no son más que oportunidades para aprender de ellas.
La tolerancia es la clave para la superación personal
Quizá uno de los métodos más efectivos para cumplir un sueño sea la eliminación de barreras. Esta película muestra cómo esto funciona de cara al exterior y, también, de cara al interior. Es mejor no tener miedo de lo que nos diferencia del resto, pues las diferencias son una oportunidad para conocerse mejor.
La tolerancia se encuentra bajo la aceptación de la diversidad, como la protagonista enseña de principio a fin. La única manera de empaparse de lo que el resto puede ofrecernos es eliminar prejuicios y ser tolerantes.
¿Quién iba a imaginar que JudyHopps, siendo un conejo, iba a llegar a formar parte del cuerpo de policía? Y más aún sabiendo que está dominado por depredadores y especies consideradas más fuertes.
Es bueno no ser iguales, dado que así es posible disfrutar de detalles de la vida que no sabríamos apreciar si otros no nos lo enseñaran. Por tanto, entender a los demás no es más que una oportunidad para descubrir y compartir.
Seamos como Judy: soñar para ser grande
Vivir en tolerancia y conocer que la diferencia no es impedimento para superarse y cumplir un sueño es esencial. Al final, para llegar a ser grande, necesitamos ser como Judy y soñar despiertos. Sin rendirnos y pensado que con nuestro esfuerzo y persistencia estaremos un poquito más cerca de poderlo conseguir.
Es importante de dónde vengamos, qué hayamos tenido o quiénes seamos. Sin embargo, lo más importante a tener en cuenta es el tamaño de nuestras metas y estar dispuestos a luchar por ellas. Con constancia, amor por lo que hacemos e ilusión el camino se puede recorrer.
En este sentido, no cabe duda de que la película es representa una lección para adultos y una puerta al aprendizaje de los más pequeños. Gracias a ella intuimos que a veces olvidamos valores fundamentales. Y, sobre todo, mirar al mundo desde una perspectiva infantil nos acerca mucho más a nosotros mismos de lo que imaginamos.