Con la adolescencia de los hijos, comienza una nueva etapa en la vida familiar. El silencio y la independencia hacen mella en el corazón de los padres.
A no asustarse: es el inicio de lo que será el tan conocido Síndrome del nido vacío, es decir, ese conjunto de síntomas asociados a la partida de los hijos del hogar, que no comienza cuando efectivamente se van, sino a partir de los 15 ó 16 años.
Tanto amor, tantos años de trabajo y de dedicación de padres que ahora no sabemos bien dónde depositar, es lógico que nos generen un cambio movilizador.
Los vínculos se renuevan.
“Los síntomas que caracterizan a este síndrome son una sensación de pérdida, vacío, tristeza o depresión” asegura la Directora del Instituto de Psicología Argentino INEPA, Lic. Elsa de Álvarez. Todos los padres pueden verse afectados por este período: “Ambos miembros de la pareja pueden experimentarlo, aunque –agrega- no se trata de una cuestión de géneros, sino de la calidad e intensidad en los vínculos”.
En este sentido, para las madres, la respuesta a esta situación estará dada por su personalidad y por cómo ha sido su vida durante los últimos años. Si ha centrado su identidad solamente en el rol de madre, si ha desarrollado, además, un proyecto laboral, personal, profesional; si ha llegado a esta etapa sin pareja o si ha criado a sus hijos absolutamente sola: todo influye a la hora de disparar esta sensación de vacío.
Los hombres suelen adentrarse más que las mujeres en la actividad profesional, por lo que atraviesan esta etapa con un menor nivel de estrés o angustia; si bien no debemos olvidar que son menos propensos a demostrar sentimientos.
La pareja
Este tiempo puede ser una posibilidad de renovación de tu vínculo con el otro:
Todo a favor: si tu pareja ha conservado vínculos positivos de comunicación, afecto y disfrute, si es una pareja integrada, “esta etapa se convierte en una oportunidad para compartir más tiempo y más espacios juntos”, confirma la Licenciada Álvarez.
Barajar y dar de nuevo: si perdieron comunicación durante el proceso de crianza y se han desencontrado, es momento para entablar un diálogo sincero, en l que pueden ocurrir dos cosas: que la pareja se distancie o que arme un nuevo contrato, con mejores oportunidades para la comunicación. Poder perdonarse mutuamente es un paso necesario y, también, sanador para la vida de ambos.
Todo se supera: el lugar donde se paren los padres y cómo enfrenten esta etapa será fundamental para el desarrollo de una vida emocional sana para sus hijos. Si los padres se ponen en lugar de víctimas, pueden generar en sus hijos desde “trastornos en la escolaridad, hasta fobias o ataques de pánico”, afirma la Lic. Álvarez. Si se muestran demasiado ansiosos o preocupados, llamándolos constantemente para ver cómo están, los hijos pueden responder distanciándose.
La vida nos enfrenta a una constante adaptación a la realidad, que va mucho más allá de nuestros deseos. Aceptarlo es crecer no sólo como padres, sino también como personas. La salud psíquica de todos los miembros de la familia dependerá de cómo enfrentemos cada una de estas etapas. Como adultos, tenemos que sembrar las mejores semillas y allanar el camino a las personas a las que hemos dado la vida, no sólo en un sentido físico, sino también emocional. Te proponemos una línea de trabajo para cada vínculo familiar, que te ayudará a atravesar esta etapa con sabiduría:
Para hombres y mujeres
- Vivir este tiempo con una mirada de oportunidad, “a ver qué viene”: todo en la vida tiene su propia riqueza.
- Destinar tiempo libre a nuevas actividades creativas, solos o en pareja.
- Emprender asignaturas pendientes: un hobby, un curso o una carrera.
- Revisar el vínculo con tu pareja y encontrarte con “un otro” que ya no es el mismo; quizás, hasta sea más sabio.
- Crear nuevos vínculos con parejas que transiten por una situación similar.
Para con los hijos
- Apoyarlos en este desprendimiento del hogar. Ellos necesitan lo mejor de vos.
- Hablarles, escucharlos y tratar de entenderlos. Favorecer un buen diálogo.
- Permitirles experimentar “a su modo” y asegurarles que si te necesitan vas a estar.
Para la familia
- Comunicación: es muy importante que todos los miembros de la familia puedan expresar emociones y pensamientos en forma clara y directa. Los padres tienen que ayudar a sus hijos a hacerlo; esta será la base para que, en el futuro próximo, ellos también puedan vivirlo en los nuevos vínculos que formen. Será saludable.
- Pedir y dar afecto: vivir la incondicionalidad del amor, característica de los vínculos familiares, es la base de una autoestima saludable, que servirá de raíz para toda la vida.