Pesadillas. Sueños vívidos. Despertares angustiantes… La pandemia está alterando nuestro descanso nocturno y ese mundo onírico en el cual, ciertos sueños suelen ser más recurrentes que otros. No obstante, la ciencia tiene una explicación a este fenómeno.
Son muchas las personas que están preocupadas por sus sueños y pesadillas durante el confinamiento. Nuestro descanso nocturno se está viendo claramente alterado durante la situación actual. Lo que impacta en nuestra salud, tanto física como psicológica. En lo que se refiere al mundo onírico, y a este tipo de trastornos del sueño, no dejan de ser un fenómeno común que tiene sin duda su explicación detrás.
En las últimas semanas, abundan los testimonios en redes sociales de personas que hablan sobre sus malos sueños. Hay quien describe unas pesadillas abrumadoras que les despiertan en mitad de la noche. Otros, relatan episodios de terrores nocturnos o sueños vívidos.
La angustia y la sensación de que aquello que están soñando es casi real suele ser ese elemento en común entre quienes describen esta realidad.
El escenario simbólico de ese universo interno es un sustrato perfecto para que muchas de nuestras emociones y pensamientos emerjan transformados a menudo en forma de pesadilla.
Factores como el temor al contagio, la tristeza por las pérdidas humanas, el estrés del confinamiento y la propia incertidumbre hacia el futuro están edificando ese tejido de malos sueños que parece haber caído sobre gran parte de la población.
Analicemos un poco más este hecho.
Sueños y pesadillas durante el confinamiento, una experiencia común
Para entenderlo mejor, hay que tener claro un primer aspecto: las emociones siempre buscan una válvula de escape. Lo que sucede a nuestro alrededor nos afecta, activando el miedo, la inquietud, la tristeza, la preocupación…
Esos impulsos biológicos impactan a su vez en el cuerpo y también en la mente consciente y también en la inconsciente. Tanto es así que, en el presente contexto de pandemia, estamos empezando a ver los siguientes efectos.
La ansiedad y el descanso nocturno
Desde el Centro de Salud Mental del Distrito de Changning en Shanghai, en China, llevan meses informando sobre la mala calidad del sueño nocturno. Los psiquiatras describen además, la gran oleada de trastornos de ansiedad que está sufriendo la población a raíz del primer brote vivido con el coronavirus en este país.
- Asimismo, el King’sCollege de Londres también realizó una encuesta hace poco, para valorar cómo están afrontando las personas el confinamiento y el contexto de pandemia. Más del 50 % experimenta angustia, miedo y ansiedad. El 38 % sufre también alteraciones del sueño. El 47 % ha necesitado ayuda experta en algún momento por parte de los profesionales de la salud mental.
- Tal y como podemos deducir, el impacto que está teniendo la crisis sanitaria por coronavirus es inmensa a nivel psicológico. Es por tanto inevitable que afecte a nuestro descanso nocturno y que los sueños y pesadillas durante el confinamiento sean especialmente terroríficas y angustiantes. Al fin y al cabo, el tejido onírico es ese lienzo donde más suele proyectarse la ansiedad.
Sueño interrumpido y la alteración de la fase REM
La alteración de los sueños y pesadillas durante el confinamiento se relaciona sobre todo con la fase REM, momento en que deberíamos tener un sueño más profundo. El principal problema es que suele verse interrumpido. Sufrimos despertares frecuentes y el descanso rara vez es reparador.
Al llegar a la fase REM es cuando suelen activarse nuestras emociones para impregnar a nuestros sueños y pesadillas, las cuales surgen en esta etapa.
El tipo de parasomnia más común en la actual pandemia es padecer sudoración, taquicardia y el despertarnos en medio de un mal sueño de manera angustiante (a menudo hasta con gritos).
Según el doctor Patrick Mcnamara, profesor de la Universidad de Boston y experto en higiene del sueño, el sueño REM tiene a menudo otra finalidad: permitir que se liberen las emociones negativas, dejar que emerjan para aliviar la tensión que solemos acumular.
Pesadillas, la antesala de un trastorno del estrés postraumático
La Asociación Italiana de Medicina del Sueño está llevando en estos mismos momentos un estudio sobre el descanso nocturno y pesadillas durante el confinamiento. Abundan, por ejemplo, los sueños con la propia enfermedad, con la pérdida de familiares, con un futuro apocalíptico y curiosamente también con la contaminación y la posible aparición de catástrofes naturales.
Según explica el doctor Luigi Gennaro, profesor de psicología fisiológica en la Universidad de Roma, todas estas parasomnias son efectos de lo que será dentro de poco un trastorno de estrés postraumático.
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestro descanso nocturno?
Un buen descanso nocturno nos ayuda a afrontar el día con mayor soltura, bienestar y fortaleza. Sin embargo, el contexto en el que estamos inmersos hace que en muchos casos nos vayamos a la cama con una bruma mental muy densa, esa en la que domina la preocupación y la angustia. Dichas emociones impregnan nuestro mundo onírico y favorece la aparición de parasomnias.
Los malos sueños y pesadillas durante el confinamiento son un efecto más de la propia pandemia. Todos los sufrimos y es por tanto algo normal.
¿Podemos evitar que aparezcan? La respuesta es no, pero podemos eso sí reducir su aparición y disfrutar de un descanso más reparador. Estas serían las claves.
- Acepta todas tus emociones. Sentir miedo, tristeza y angustia es algo normal y comprensible. Comparte tus miedos con alguien de confianza, lleva un diario donde poder liberar ese mundo interno.
- Cuida tus horarios: levántate y acuéstate siempre a la misma hora, evita las siestas largas.
- Cierra tus dispositivos electrónicos dos horas antes de dormir.
- Descansa tu mente con un libro, un baño caliente, procura que tu habitación tenga una temperatura más bien fresca y ambiéntala con aceite esencial de lavanda.
Para concluir, recuerda que, si llegas a una situación límite, lo más adecuado es solicitar ayuda experta. Los malos sueños y el insomnio son consecuencias normales de la actual pandemia, pero todos merecemos sentirnos mejor.
Por: Valeria Sabater