Cuando la ansiedad se instala en nuestra mente el presente pierde sentido y el futuro se llena de imposibles. Un modo de reducir esa angustia que todo lo devora es mediante el autocuidado: nutriéndonos y dándonos lo que merecemos cuando lo necesitamos.
La mente ansiosa es caos y desorden, apaga nuestro potencial y nos sume, a menudo, en un estado de debilidad y angustia absoluta. Para tomar el control y reducir su impacto podemos buscar esa estrategia que mejor se adecúe a nuestras características personales. Sin embargo, hay una que siempre funciona: el autocuidado, es decir, atendernos, nutrirnos y escucharnos como merecemos.
Ser cautivos de un estado mental en el que solo habitan las preocupaciones resulta agotador. Pero lo contradictorio de esta condición es que cuanto más agotados nos encontremos, cuantos más recursos y energía haya consumido nuestro cerebro, más nos costará descansar. Porque el sueño no siempre entiende de agotamiento, llega cuando hay calma interna, cuando hay silencio en los pensamientos.
No es fácil vivir con la ansiedad como compañera. Y sin embargo, lo hacemos. Es más, tal y como nos señalan los datos sobre la incidencia de estas realidades psicológicas, aunque estemos ante un tipo de trastorno tratable, solo el 35% de las personas que la padecen llegan a pedir ayuda especializada.
Hay personas que cohabitan de manera permanente con una mente ansiosa. De esta forma, pierden su calidad de vida, apagan su potencial presente, llenan de angustias su futuro y ponen incluso su salud en riesgo. Veamos por tanto en qué consiste esa estrategia que todos deberíamos aplicar a diario.
El autocuidado no es autocomplacencia, es compromiso con uno mismo
El autocuidado en un mundo demandante, lleno de incertidumbres y que exige tanto de nosotros, es esencial. Ahora bien, cabe señalar que este término se confunde muy a menudo con otros conceptos. Fue en los años 80 cuando los profesionales de la salud mental nos hablaron por primera vez de la importancia de llevar hábitos de vida saludables para reducir el impacto del estrés y la ansiedad.
Ahora bien, en esta época la industria de la publicidad no dudó en hacer suyo ese término. Tanto fue así que se lanzaron al mercado toda una amplia gama de productos bajo la etiqueta autocuidado. De este modo, y durante mucho tiempo, se asociaron a esta idea desde sales de baño, cremas, champús, hasta productos de alimentación destinados (supuestamente) a hacernos sentir bien.
Por ello, desde el campo psicológico es necesario que promovamos las bases de un correcto autocuidado. Uno cuyas estrategias se basen de manera precisa (y científica) en lo que busca realmente este concepto.
¿Qué es realmente el autocuidado?
- Autocuidado es mucho más que mimarse o autocomplacerse. Es poner en práctica comportamientos que nos ayuden a reducir el malestar, la contradicción, el miedo, el estrés…
- Autocuidado es calma. Es alcanzar un adecuado equilibrio interno donde recargar energías, no perderlas.
- Asimismo, para reducir y controlar la mente ansiosa, hay que aplicar un plan de autocuidado diario. Con ello queremos decir algo muy sencillo, pero que no todo el mundo llega a cumplir. El bienestar, la atención de uno mismo requiere un plan y una serie de actividades y procesos que debemos llevar a cabo cada día. No vale iniciar unas rutinas hoy y olvidarlas la semana que viene. El bienestar requiere compromiso.
Es más, tal y como nos explican en un estudio llevado a cabo en la Universidad Queen’s Kingston, de Canadá, el autocuidado es un conjunto de actividades en las que uno se involucra a lo largo de la vida cada día. Hacerlo, genera cambios y nos ayuda a prevenir múltiples enfermedades.
Mente ansiosa: 5 claves del autocuidado para poder controlarla
Pesimismo, preocupación excesiva, sensación de falta de control, agotamiento psicológico… La anatomía de la mente ansiosa puede diferir en algunos aspectos de una persona a otra, pero por término medio, se caracteriza por estos factores tan comunes.
Así, antes de recurrir a los fármacos, antes incluso de decirnos aquello de que ‘somos así y no tenemos remedio’, vale la pena detenerse un momento en estas estrategias.
Las claves derivadas de la práctica del autocuidado diario pueden ayudarnos. Reflexionemos por tanto en ellas.
Tu espacio seguro para calmar la mente ansiosa
Un espacio seguro es un lugar, rincón, banco, espacio bajo un árbol o sofá frente a una ventana que nos genere calma. Es una zona de confort a la que acudir, al menos dos veces al día durante 15 o 20 minutos. Durante ese tiempo, conectaremos con nosotros mismos para preguntarnos cómo estamos.
Ese espacio seguro nos permitirá disfrutar de un instante de soledad en el que generar un diálogo interno positivo y amable con nosotros mismos. Profundizaremos en las preocupaciones para convencernos de que todo va a ir bien. Aliviaremos angustias y lo más importante; racionalizaremos miedos.
Programar momentos felicidad
La felicidad es bienestar y satisfacción. Es estar bien con uno mismo sin que nada sobre, sin que nada falte. Para calmar la mente ansiosa debemos por tanto ‘programar’ a lo largo del día alguna actividad que nos genere esas sensaciones. Es esencial que en cada una de nuestras jornadas podamos disfrutar de esa hora o dos horas donde distraernos, descansar, incentivar positivamente al cerebro.
Basta, simplemente, con hacer algo que nos guste, que esté en sintonía con nuestras pasiones y personalidad (pasear, hacer algún curso, escuchar música, quedar con amigos, etc).
Mis canales para el desahogo
La ansiedad necesita también algún canal de desahogo para liberar todas esas energías y tensiones acumuladas. De ese modo, es ideal que recurramos a prácticas como el yoga, mindfulness, algún deporte que nos agrade e incluso por qué no, alguna disciplina artística.
Invertir en salud
El autocuidado también es salud, pero debemos tener claro nuevamente un aspecto: debemos comprometernos firmemente en ello. De este modo, aspectos tan básicos como atender qué comemos, cómo nos alimentamos y qué hábitos seguimos, hará sin duda que nuestro bienestar empeore o mejore. Hay que seguir un plan y cumplirlo.
Salud es también prevención, procuremos por tanto atender y escuchar nuestro cuerpo y nuestra mente. No dejemos por tanto esa molestia física o esa preocupación para mañana, démosle respuesta hoy o acudamos a un profesional. Lo que se deja a un lado puede empeorar. Así que seamos consciente de ello, recordemos que vivir con una mente ansiosa no es vivir, es limitarnos a existir en modo de supervivencia.
Por: Valeria Sabater