Qué importa lo que un día fui si me has conocido ahora, tal como soy. Qué importa en lo que fallé, sime he deconstruído entera para construirme sola y ahora te has topado con eso, sin que pida que lo valores ni lo aplaudas, solo que lo disfrutes junto a mí. No importa tanto lo que fui, sino lo que podemos llegar a ser juntos.
Seguramente ambos tengamos la sensación de haber malgastado besos, abrazos y tiempo al encontrarnos. Quedan diluidos en el tiempo y suspendidos en el aire, arropándonos de sabiduría y perspectiva, pero ya no habitan en nosotros. Se han marchado para ayudar, quizás, a otras personas en su crecimiento emocional. Ahora seguimos creciendo, avanzando, equivocándonos pero de otra forma, con otras historias.
Partimos de una historia, para hacer otra
Cada uno en su camino, sin pisar ni acelerar nuestro ritmo, pero sabiendo que si derrapamos, no caeremos por ninguna pendiente sin que al menos uno de nosotros intente evitarlo. Si no pensáramos y actuáramos así, de qué serviría estar juntos.
Porque nadie ha salvado a nadie ni lo hará, pero el cariño compañero y la pasión que sentimos nos da la fuerza para que el final de cada día sea una especie de salvación, una heroica apuesta en conjunto.No sé si creo en el amor romántico, el que a veces me han contado es el que me ha hecho daño. Ahora solo me creo el que me hace sentir bien.
Podría explicarte muchas cosas que he hecho o de lo que un día fui, pero si me viera en la necesidad de ello nunca lo haría. No hay necesidad de tantas explicaciones cuando hay razones para estar juntos, razones de las de peso, de las que te hacen abrir los ojos con expectativas y te envuelven de misterio en cada pensamiento que evoca a la persona con la que estás, que es por la que sientes.
Porque se puede estar de muchas formas, pero se puede amar de muy pocas. Así que tampoco siento la necesidad imperiosa de regularizar ningún estado civil. No estoy en esa fase, no quiero regularizar nada, quiero que marche al compás de la vida y no de las imposiciones de fuera. Quiero que brote, siento pasión por vivirlo y no la necesidad de que los demás lo vean. Mi amor no es un culto al ego, algo a lo que muchos otros juegan.
¿Y qué me dices de ti?
Yo te hablaré de ti, de lo que me interesa. De lo que realmente importa. No sé la cronología exacta de tu vida, pero me interesa saber en qué lado de la cama te gusta dormir o qué ocurre en mi cabeza para que la razón se mantenga algo al margen ante la sensación de verte feliz y saber que yo tengo algo que ver en eso.
Podríamos decirnos tantas cosas de lo que fuimos, pero en realidad todo se estropearía. Cuando sientes más interés por contemplar los ojos que te miran que por preocuparte de cuántas veces lo haya podido hacer esa persona en el pasado no estás ciego, ni absorto. Estás enamorado y eso es una buena señal de mi pasado. El que me ha llevado a estar junto a ti. No he nacido ni he vivido para encontrarte, pero ha pasado y me siento dichosa de que estemos juntos.
Qué esperamos de nosotros, sin saberlo todo de lo que fuimos
Qué se puede esperar de una pareja que no conoce a fondo todo lo que ha hecho la otra persona en su pasado. Es lo que dicen las personas que entienden el amor como postular a una entrevista de trabajo y los sentimientos como los ingredientes necesarios para que salga lo correcto para alimentarse.
Nosotros sabemos lo que hay que saber del uno y del otro. Si me sorprende tu bondad no es porque hayas accedido a contestar unas preguntas en un polígrafo. Si me sorprende es porque no me levanto con cuentos, me levanto sabiendo que tengo una historia. Algo que reside en el misterio de desnudar tu alma sin que implique desempolvar toda tu vida pasada, eso solo trae gérmenes.
Lo que me importa, ante todo, es que a ti también te importe lo que tenemos juntos. Que apoyes mis decisiones no porque te vengan bien, sino porque sabes que me hacen feliz. Que te importe lo que hago no porque lo quieras controlar, sino porque quieras entenderme mejor. Que te preocupes por hablar, a veces por discutir, porque valoras el no llegar a pelear.
No es un amor idilíco, no eres un príncipe y yo tu princesa, encontrados en plena pubertad tocados por una varita mágica. Somos una pareja que construye porque ya conoce una razón por la que debería sanar, que es amarse. Conozco de ti lo que siempre quise y soñé, que no era una historia perfecta, no era un amor perfecto con trayectorias impolutas.
Quería un amor sereno, pero imponente a la vez, algo desaliñado, desafiante que no peligroso, inspirador pero no lleno de intrigas irresolubles. No me hace falta saber nada más de ti porque con lo que ya sé, ya me siento sobrepasada.
Con lo que sé en el ahora y con lo que pienso en nuestro futuro, ya tengo bastantes emociones que gestionar, entender y disfrutar. Si estamos en ese mismo punto, ¿qué se puede esperar de nosotros? Supongo que todo y nada a la vez, es el encanto de perder lo explícito para conseguir lo sincero.