Desde que tenemos uso de razón, nuestra mente empieza a invadirnos con todo tipo de ideas y pensamientos. Esto es más que positivo ya que nos ayuda a desarrollar la parte cognitiva y creativa de nuestro cerebro. Sin embargo, lo que ocurre ahí dentro también se puede volver en nuestra contra sin previo aviso y con único el objetivo de jugarnos todo tipo de malas pasadas.
Esto es lo que se llama en el mundo de la psicología como pensamientos negativos automáticos o ‘ANT’ (Automatic Negative Thoughts en inglés) que nos pueden inducir muchas veces a la paranoia,ansiedad e incluso depresión en casos muy extremos. ¿Os gustaría saber de cuáles se tratan para así poder neutralizarnos más rápidamente? Pues no perdáis de atención las siguientes líneas:
Solo existe el blanco y el negro.
Cuando ha ocurrido algo inesperado donde te has visto involucrado, en muchas ocasiones solemos echarnos toda la culpa a nosotros mismos. Esta es sin duda una de las premisas de los ANT. Solo entienden de extremos, aunque como comprenderás, existen multitud de factores que pueden propiciar que algo salga mal y por tanto no siempre tendrás tú la culpa.
Saben lo que sienten las personas que nos rodean
¿Quién no ha ido por la calle alguna vez pensando sobre el “qué dirán”? Esto se acrecienta sobre todo cuando pensamos que no vamos correctamente vestidos o tenemos que hablar en público. Recuerda que todo el mundo puede cometer fallos y seguro que todo el mundo que te rodea se ha sentido alguna vez igual que tú.
Saben lo que va a ocurrir a continuación
Cuando creemos que algo puede salir mal, nuestra cabeza siempre apoyará esta idea y nos recomendará abandonar en nuestro empeño. “Seguro que va a salir mal”, “No valgo para esto”, “No merece la pena intentarlo”… Existen multitud de pensamientos negativos que lo único que harán es que nos quedemos siempre en la zona cómoda. Pero recuerda que el que “no arriesga, no gana”.
Tienden a generalizar lo negativo
Si algo puede salir mal una vez, pues seguro que volverá a ocurrir en futuras ocasiones. Nuestro cerebro siempre tiende a quedarse con lo negativo y por ello es normal que cuando nos pasa algo malo creamos que se volverá en una norma universal. Muchas veces el éxito viene tras multitud de fracasos.
Descalificarnos tanto a nosotros mismo como al resto
Cuando entramos en conflicto con nosotros o cualquier persona cercana a nuestro alrededor, es normal que surjan en nuestra cabeza pensamientos irracionales del tipo: “Este tío no vale para nada”, “Pero qué tontería estás diciendo”, “Me caes fatal”. Quizás en parte tengan cierto fundamento, pero nunca hay que sacar conclusiones en la primera toma de contacto.
Dramatizar la situación
¿Quién no ha pensado alguna vez “Qué va a ser de mi” o “No volveré a encontrar a nadie igual” tras sufrir una rotura amorosa? Si queremos superar estas situaciones lo mejor es no exagerarlo todo y tener perspectivas de futuro. Multitud de personas han pasado por lo tuyo (o incluso peor) y todas han podido rehacer sus vidas y seguir para delante.
La negatividad llama a más negatividad
Si pensamos que verdaderamente algo puede salir mal, pues es obvio que nos saldrá mal. Pero no será cosa del destino o la mala suerte como dicen algunos. Nuestro cerebro no funcionará como es debido y por tanto nuestras actitudes y aptitudes se verán mermadas. Esto solo producirá un efecto en cadena con consecuencias muy negativas para nuestra autoestima.