Por desgracia, la violencia machista es un tema de candente actualidad. Una lacra social que ha existido siempre y que el movimiento feminista lucha por abolir. Algunas cuestiones generan controversia y en los debates de a pie se escuchan con frecuencia argumentos falaces o anecdóticos para una generalización. El desconocimiento en la materia nos hace caer en la trampa de los mitos.
Los mitos sobre la violencia de género se fundamentan en dos creencias falsas y extendidas.
1 La primera considera que la violencia de género no existe o no es tan grave como dicen.
2 La segunda argumenta que en realidad la mujer no sufre tanto porque, de lo contrario, terminaría con la relación.
En ambas creencias se juzga a la víctima y se minimiza la violencia del agresor. En este artículo descubriremos 12 mitos sobre la violencia de género.
¿Qué implica la violencia de género?
Existen diferentes categorías para definir la violencia contra las mujeres: violencia de género, conyugal, doméstica, etc. Sin duda, el término más completo es el de violencia machista, ya que engloba cualquier tipo de violencia ejercida por cuestiones de género.
Atendiendo al Artículo 1. de la Declaración correspondiente a la Asamblea General de las Naciones Unidas (1993), la violencia contra la mujer constituye «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada«.
La violencia machista existe desde hace siglos. En épocas pasadas, y hasta hace pocos años, en España la violencia doméstica se consideraba un asunto a resolver entre marido y mujer. «Las cosas del hogar» debían solucionarse de puertas para dentro.
El silencio social desampara a millones de víctimas y perpetúa la violencia. Por este motivo, es esencial responsabilizarnos y actuar de manera colectiva frente al problema.
En la actualidad, y aunque queda mucho camino por andar, se ha conseguido dar más visibilidad a la violencia de género. Leyes y políticas sociales persiguen la sensibilización e implicación comunitaria, lo que permite denunciar la violencia y buscar soluciones. En este sentido, es prioritaria la educación en igualdad y la eliminación de los mitos sobre violencia de género.
Tipos de violencia machista
Cada vez existe más investigación con el objetivo de desarrollar protocolos que permitan a los profesionales intervenir con víctimas y agresores. En este sentido, los tipos de violencia que pueden ejercerse sobre la mujer son:
- Maltrato físico: agresiones cometidas a través de la fuerza con actos como golpes, empujones, palizas, heridas, castigos físicos, etc.
- Maltrato psicológico: el ejercicio de la violencia se ejecuta mediante la palabra. El agresor daña emocionalmente a la víctima con amenazas, chantajes, manipulaciones, exigencias, humillaciones, y control (del móvil, la ropa, sus relaciones, etc.). El resultado es una anulación psicológica que menoscaba la dignidad de la mujer.
- Maltrato social y ambiental: el agresor controla los planes y actividades que realiza la mujer. Anula su libertad dificultando o prohibiendo sus relaciones sociales. El maltrato ambiental incluiría el deterioro de su entorno. Por ejemplo, infravalorando, ensuciando, rompiendo, tirando o dañando pertenencias y objetos personales.
- Maltrato económico: cualquier acto destinado al control de la autonomía económica de la mujer. Puede implicar la prohibición o restricción laboral y la imposibilidad de acceder a cuentas bancarias, patrimonio o bienes.
- Maltrato o violencia sexual: forzar a la mujer a mantener cualquier acto íntimo, afectivo y/o sexual. Para ello el agresor puede valerse del chantaje, coacción, intimidación, amenaza o fuerza explícita.
Ha de tenerse en cuenta que el tipo y grado de violencia varía mucho según el caso. Desde conductas manipulativas y de control encubierto hasta agresiones físicas que terminan con la vida de la mujer.
En cualquier relación de violencia de género, independientemente de su duración, tipología o intensidad, está presente el maltrato psicológico.
En ocasiones, las mujeres maltratadas pueden tener dificultades para reconocerlo. Los mitos sobre violencia de género y amor romántico dificultan detener a tiempo relaciones tóxicas.
Ataques de celos, decidir «por su bien» o saber en todo momento dónde está no son muestras de amor. Cualquier acto de control anula la libertad individual de la mujer. Nunca es tarde para buscar ayuda, esperar puede salir demasiado caro.
Mitos sobre la violencia de género
La violencia machista se fundamenta en la creencia de superioridad del género masculino. Dicha creencia es ejecutada a través de conductas de dominación, desigualdad y violencia sobre las mujeres en diferentes esferas personales y sociales.
Si desconocemos los mecanismos psicológicos que subyacen a la violencia machista podemos justificarla y restar responsabilidad al agresor, depositando la culpa en la víctima. Para evitarlo, desmentimos varios mitos sobre la violencia de género:
- «El maltrato a las mujeres no es algo frecuente». Lejos de ser una problemática aislada la violencia de género está muy extendida. En el año 2018, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística, hubo 31.286 víctimas por violencia de género en España. Ha de tenerse en cuenta que la cifra solo representa el número de denuncias registradas y que muchas mujeres nunca llegan a hacerlo. En países como Arabia Saudí, los porcentajes se disparan y el 93 % de mujeres han sufrido algún tipo de agresión por parte de su pareja. Incluso en Suecia, que encabeza las listas de países desarrollados, hubo un 14 % más de denuncias por violación durante el año 2017, tal y como recoge el Informe de Amnistía Internacional.
- «Las mujeres no deben pasarlo tan mal como dicen, sino dejarían a su pareja». Una víctima de violencia de género puede presentar muchos motivos por los que no se ve capaz de dejar la relación. Entre ellos: miedo a sufrir agresiones, miedo a perder a sus hijos, miedo a no recibir ayuda o quedar totalmente desamparada, anulación psicológica debido al maltrato sufrido e incapacidad para buscar salida, aislamiento y dificultades de comunicación, promesas de perdón y cambio por parte de su pareja, etc.
- «Si la víctima hiciera lo que el agresor quiere, el maltrato no se produciría». El ciclo del maltrato siempre se repite. Inicialmente se acumula tensión, la cual desemboca en agresión y finaliza con un intento de conciliación. El hombre busca el perdón a través de promesas y manipulaciones. En relaciones con niveles de agresión de alto riesgo, la última fase desaparece y la violencia es constante. Haga lo que haga la mujer el hombre la maltratará porque su estructura psicológica funciona desde el ejercicio del poder a través de la violencia. Muchas víctimas intentan reducir las agresiones «complaciendo» las exigencias de su pareja. Este tipo de acciones no detienen el ciclo de la violencia, ya que el agresor siempre tendrá motivos para ejercer control y maltrato.
- «El maltrato se produce en clases sociales desfavorecidas». La violencia machista está presente en cualquier clase socioeconómica y los estudios sociológicos han arrojado datos contundentes al respecto. En Uruguay, el Instituto Nacional de la Mujer, obtuvo que el 67,7 % de las mujeres víctimas pertenecían a clases bajas, un 68,8 % a clases medias y un 71 % a clases altas.
- «El maltrato físico es más grave que el maltrato psicológico». El maltrato psicológico destruye la autonomía, autoestima y determinación de la mujer. Como resultado, queda anulada para poner límites, tomar distancia y finalizar la relación. La heridas emocionales pueden ser muy profundas. Aunque no se hayan producido agresiones físicas la víctima queda dañada requiriendo ayuda profesional para recuperar un estado de salud psicológica adecuado.
- «Los hombres que tienen adicciones son violentos por el consumo de drogas». Aunque es uno de los mitos más extendidos sobre violencia de género, el consumo de drogas no causa agresiones. Todas las personas que consumen tóxicos no cometen maltrato. El maltrato se fundamenta en la estructura psicológica del agresor. El consumo de sustancias lo que hace es desinhibir en mayor medida dicha agresividad interna, lo que puede exacerbar sus conductas violentas.
- «Los maltratadores son enfermos mentales que pierden el control». El maltrato no tiene su origen en una enfermedad mental. Aunque algunos agresores tienen trastornos psicológicos, éstos no se diferencian en gran medida de los presentados por la población general. Los agresores son perfectamente conscientes de sus conductas y deciden ejecutarlas para conseguir sus objetivos. Si quisieran, tendrían la capacidad para no ejercer violencia y aprender a gestionar sus limitaciones individuales.
- «La violencia de género es un asunto de familia». La violencia machista es una responsabilidad social. Nos compete a todos lograr una educación en igualdad que consolide relaciones humanas sin violencia. Así mismo, debemos involucrarnos en la denuncia del maltrato y el desarrollo de recursos de intervención para las víctimas.
- «Cuando una mujer dice «no» es que se está haciendo la dura». Si una mujer dice no, es no. Respetar los límites de las personas es esencial para prevenir el ejercicio de la violencia. Ignorar dichos límites refleja las creencias distorsionadas y machistas del hombre.
- «Lo mejor es mantener la relación de pareja para que los hijos no sufran». Al encontrarse en un ambiente de violencia los hijos sufren importantes secuelas físicas y psicológicas. Es esencial proteger a los menores. Jamás será beneficioso mantenerlos en un contexto de maltrato ya que afecta directamente a su salud y desarrollo.
- «Los hombres son agresivos por naturaleza». Defender una agresividad innata en el género masculino debido a sus niveles de testosterona es defender una mentira. Dicha afirmación es falsa y justifica la violencia. Cualquier persona, si lo desea, puede controlar su conducta, responsabilizarse de sus limitaciones, gestionar sus emociones y modificar sus creencias.
- «Los agresores han sufrido maltrato durante su niñez». Sufrir violencia en la infancia no determina un perfil de agresor en la edad adulta, aunque sí origina secuelas psicológicas en relación con uno mismo y los demás. Algunos agresores poseen una historia de vida de malos tratos y carencias afectivas. Dicha experiencia no justifica la perpetuación de la violencia ni es causa directa de su conducta. No todas las víctimas de violencia terminan ejerciéndola.
Es esencial acoger emocionalmente a una víctima de violencia de género. Para que la mujer decida dar el paso de pedir ayuda y denunciar es muy importante transmitirle confianza y seguridad. Escuchar, apoyar y facilitar la expresión de todos sus sentimientos sin juzgar.
Así mismo, es crucial valorar el riesgo al que se encuentra expuesta y aportar información sobre los diferentes recursos a los que puede acudir para pedir ayuda, ofreciendo acompañarla si lo desea.
Erradicar la violencia de género está en manos de todos. Buscar soluciones y apostar por una educación en igualdad nos permitirá construir las bases de una sociedad en la que no existan victimas y agresores, sino hombres y mujeres con capacidad para respetarse.
Por: Psicóloga Alicia Yagüe Fernández