Mi hijo me humilla, no respeta mi autoridad y en ocasiones me insulta cuando no consigue lo que desea. ¿Soy víctima de violencia por parte de mi hijo?
«Siento miedo, angustia, no sé qué hacer» ¿Mi hijo es mi agresor?» «¿Qué hice mal?» «tengo la culpa de lo que está ocurriendo, no supe hacerlo mejor», «me siento frustrado, soy un mal padre/mala madre». Estos son algunos de los testimonios de familias que sufren la violencia filioparental, un problema que cada año afecta a más personas. En este artículo vamos a abordar en qué consiste y cómo podemos prevenir que ocurra.
Actualmente, la violencia está muy presente y existe un gran número de víctimas de violencia en diferentes contextos. Existen mujeres víctimas de violencia de género, niños que sufren acoso escolar, trabajadores que son víctimas de acoso laboral y un sinfín de ejemplos más.
En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la violencia como «toda acción u omisión intencional que, dirigida a una persona, tiende a causarle daño físico, psicológico, sexual o económico». En este sentido, el concepto de violencia abarca diferentes áreas, incluida la familiar. Aquí nos centramos en un tipo de violencia concreta, la ejercida de hijos a padres, la cual es un tipo de violencia invisible. Es lo que se conoce con el concepto violencia filioparental.
¿Qué es la violencia filioparental?
Pereira (2006) define la violencia filioparental como “las conductas reiteradas de violencia física (agresiones, empujones, golpes), verbal (insultos, amenazas) o no verbal (gestos amenazadores, ruptura de objetos) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar”.
La violencia filioparental (abreviatura VFP) hace referencia a la violencia o la amenaza de malos tratos de un hijo hacia su padre y/o madre para restarle poder. De esta manera, el hijo ejerce comportamientos abusivos, agresivos, intimidatorios, incluidos los actos de violencia física y las tácticas de chantaje emocional. También incluye las amenazas de autolesiones, cuando son utilizadas como forma de ejercer poder y control sobre los progenitores.
¿Cómo se comporta el hijo que agrede?
- Insulta, humilla a sus padres continuamente.
- Siente una pobre empatía por sus progenitores.
- Impulsivos, con baja tolerancia a la frustración.
- Se muestra irritable, con dificultades para controlar la ira.
- Golpea objetos cuando se enfada.
- En ocasiones, agrede físicamente a sus progenitores (empujones, golpes, patadas).
- Exige e impone normas en el hogar.
- Recurre a amenazas y chantajes para conseguir lo que quiere.
¿Cómo se comporta un padre y/o madre víctima de VFP?
- Evita situaciones para no incomodar a su hijo.
- Siente vergüenza de reconocer el problema ante los demás y frustración por lo que está viviendo.
- La conducta del hijo les intimida, les produce miedo.
- Se sientes frustrados y confusos, no saben cómo actuar.
- Se sienten amenazados y obligados a darle a su hijo lo que desea.
Prevención de la violencia filioparental
Estilo educativo
Recientes investigaciones relacionan el estilo parental excesivamente permisivo como un factor de riesgo de la VFP (Coogan, 2012; Garrido, 2005; Tew y Nixon, 2010). El estilo parental permisivo hace referencia a la ausencia de normas y reglas, donde los padres no asumen su rol como educadores, por lo que los padres no son percibidos como figuras de autoridad a respetar, provocando que el hijo piense que puede cumplir todos sus propósitos sin ningún tipo de límites.
Es fundamental tener en cuenta que «el NO» de hoy, es «el gracias» de mañana.
Por consiguiente, siguiendo los estilos de crianza de Baumrind, el estilo educativo más saludable es el democrático. Los padres democráticos son firmes y establecen límites claros, aunque también tienen en cuenta el punto de vista de su hijo y le muestran cariño y afecto. Los padres democráticos explican las consecuencias negativas de las conductas no deseadas y refuerzan a su hijo cuando llevan a cabo una conducta deseada.
En este estilo parental, los hijos y padres expresan lo que sienten, hablan de sus emociones, a la vez que establecen límites claros de lo que está bien y lo que no con sus respectivas consecuencias. En definitiva, el estilo democrático se caracteriza por una adecuada comunicación con una correcta disciplina, un ambiente donde prima la confianza y la comprensión.
Resolución de conflictos
El conflicto es valorado como algo negativo que tiende a evitarse y es entendido como sinónimo de enfrentamiento. Es fundamental cambiar el modo de percibir los conflictos y aprender a verlos como una situación en la que se hace visible una diferencia que tenemos que solucionar para llegar a una situación en la que las dos partes implicadas ganen.
En este sentido, la fórmula utilizada para resolver los conflictos con los hijos nos ayudará como padres. Los niños son esponjas que todo lo aprenden, por lo que en función de cómo resuelvo un problema así lo harán ellos.
Llegados a este punto, es fundamental utilizar la negociación en un conflicto, es decir, llegar a un acuerdo sin ganadores ni perdedores, sin utilizar la autoridad como único argumento, teniendo en cuenta las necesidades y emociones de los hijos.
Factores individuales de los padres
La violencia ejercida por los hijos consigue causar en los padres una pérdida de autoridad, autoestima y una frustración en sus aspiraciones educacionales. De acuerdo con la investigación de Molla-Esparza y Aroca-Montolío (2018), a mayor nivel de frustración y confusión de parte de los padres, mayor es el riesgo de perpetuar el ciclo de violencia, ya que estas emociones provocan que se ceda ante los hijos con mayor facilidad.
Esta es una razón por la cual es fundamental que la autoestima no se vea afectada por la conducta de sus hijos y que la frustración no maneje la situación hasta el punto de ceder a lo que sus hijos desean.
Factor laboral y social
Actualmente el trabajo ocupa gran parte de nuestro día. Por ello, el número de horas de contacto con los hijos disminuye, se llega cansado a casa y en el poco tiempo que se convive con los hijos se tratan de evitar, en la medida de lo posible, situaciones de tensión y angustia. Asimismo, pasar poco tiempo en el hogar provoca que se eviten situaciones que generan frustración dejándolas pasar sin darle importancia alguna, generando un estilo educativo permisivo, tal y como explicamos en líneas anteriores.
Respecto al factor social, un estudio del CSIF apunta a que actualmente los jóvenes tienen acceso a cualquier tipo de contenido violento en las redes sociales e internet, factor clave que influye en el mantenimiento de la violencia. Este hecho, unido a la falta de autoridad y el poco reconocimiento que se les da a los docentes en el ámbito escolar, provocan que se vea afectada la transmisión de los valores. Por esta razón, los jóvenes no terminan de identificar qué está bien y qué no.
Ayuda profesional
Para concluir, las estrategias de prevención e intervención de los profesionales son necesarias para romper la dinámica de la violencia. Es importante destacar que en España existe una Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip) cuyo objetivo es promover el estudio, la enseñanza, la investigación, la regulación deontológica y la intervención de la Violencia Filioparental.
Esta sociedad (Sevifip) destaca la importancia de buscar ayuda profesional para gestionar esta situación y, si es posible, acudir a un especialista desde el primer síntoma que nos alarme. Recuerda que no estáis solos y que existen dispositivos que se dedican a ayudar a personas que se encuentran en vuestra situación.
Por: Laura Rodríguez