El Wellness es una interesante concepción del bienestar, entendiendo este de una manera amplia. Su propósito es mejorar nuestra calidad de vida, prevenir enfermedades físicas o psíquicas al atender, cuidar y potenciar todas esas áreas que nos rodean: alimentación, cuerpo, emociones, relaciones, entorno… Es un concepto, el de Wellness, de salud integral que está en auge y que vale la pena conocer.
Es muy posible que hayamos visto más de un centro de Wellness en nuestras ciudades, ahí donde se ofrecen servicios de spa, gimnasios y sofisticados espacios de relax. No hay duda también de que muchas cadenas de hoteles usan este término con fines económicos y para ampliar la oferta de clientes. Sin embargo, y esto vale la pena decirlo, en ocasiones se deja a un lado el objetivo esencial por el cual fue concebido este enfoque, hace ya más de 50 años.
La idea no es nueva, en absoluto. Este enfoque integral del bienestar tiene su origen unos años después de que terminara la Segunda Guerra Mundial. El modelo social y económico fue mejorando poco a poco, y con él tomaron fuerza otro tipo de necesidades: el crecimiento personal, la libertad, la oportunidad para elegir, para desarrollarnos psíquica y emocionalmente.
Fue un momento fascinante y decisivo. Fue ese instante en que la psicología tomó conciencia de que su modelo científico debía abrirse a otras posibilidades. Así, muchos profesionales decidieron, por ejemplo, dejar de centrarse tanto en el tratamiento de las enfermedades mentales a cambio de facilitar a las personas mecanismos, recursos y estrategias para que aprendieran a ser felices, invirtiendo en su bienestar, en su autorrealización.
El pionero y creador del movimiento Wellness fue Halbert L. Dun, un médico y bioestadista que a lo largo de los años 50 fue adquiriendo mayor renombre gracias a sus conferencias y sus libros. Su mensaje era claro y muy inspirador: “las personas necesitamos vivir de un modo más consciente, aprovechando el máximo nuestro potencial”.
Las 7 claves para entender el Wellness
Decíamos al inicio que muchas de las cadenas de hoteles o centros que ofertan experiencias de fin de semana con el Wellness, nos muestran a veces una idea un tanto equívoca de lo que en su origen, buscaba este movimiento, este enfoque vital. El Wellness no es algo que probar durante una escapada, durante una semana de vacaciones. Es un estilo de vida que integrar en nuestro día a día.
Así, no es de extrañar que cada vez sean más los terapeutas entrenados en esta estrategia que busca optimizar nuestro potencial. Cabe decir, eso sí, que no es una tarea fácil, que es un proceso tremendamente activo donde se requiere voluntad, perseverancia, una consciencia plena y un buen entrenamiento en la toma de decisiones.
Por otro lado existe un aspecto en el que conviene reflexionar. El Wellness se ha integrado también dentro de lo que conocemos como “medicina complementaria”. Incidimos en lo de “complementaria” porque esta estrategia no es ninguna “alternativa” a la medicina ordinaria ni busca ni mucho menos sustituirla.
Si muchos de nosotros acudimos a nuestro médico cada vez que tenemos una molestia, un dolor o una enfermedad, lo que busca el Wellness por su parte es prevenir la aparición de algunas enfermedades y trastornos al recordarnos por ejemplo, la importancia de comer bien, de hacer deporte o atender nuestro mundo emocional.
Estamos por tanto ante una nueva concepción del bienestar “mente-cuerpo” donde se enseña a la persona a crear unas condiciones de vida más saludables y felices para que, en la medida de lo posible, pueda alcanzar su máximo potencial y una salud más fuerte.
Veamos a continuación las dimensiones que integra el Wellness.
1. Bienestar físico
¿Cómo definiríamos el bienestar físico? Lo primero que nos viene a la mente es sin duda “ausencia de enfermedades”. Sin embargo, para el Wellness es necesario ir más allá, porque estar sano no se limita solo a estar libre de cualquier tipo de dolencia, se trata ante todo de “sentirse bien”.
- Pensemos por ejemplo en las personas con artritis, artrosis o lupus. Sabemos que son enfermedades crónicas, por tanto, lo que se buscaría con el Wellness es mejorar su calidad de vida en la medida de lo posible.
- Así, para invertir a diario en ese bienestar físico sería necesariodejar a un lado hábitos poco saludables como el tabaco, realizar chequeos médicos, reducir el estrés, saber qué dieta se ajusta mejor a cada persona, descubrir qué tipo de ejercicios físicos le serán más beneficiosos, etc.
2. Bienestar emocional
En este caso, el terapeuta entrenado en Wellness dará adecuadas estrategias y técnicas para reconocer las emociones propias, gestionarlas e invertir así mucho mejor en el propio bienestar.
3. Bienestar intelectual
La capacidad para abrir nuestras mentes a nuevas ideas, conceptos, perspectivas y experiencias es clave para nuestra realización personal y para nuestra felicidad. Mantenernos activos, curiosos y ante todo receptivos a todo lo que nos envuelve es un modo sensacional de mejorar nuestra calidad de vida.
4. Bienestar social
Hagámonos ahora una pregunta: las personas que conforman nuestro círculo social ¿nos aportan de verdad aquello que necesitamos? En ocasiones, nos acostumbramos de tal manera a determinadas dinámicas relacionales que no llegamos a darnos cuenta de cómo nos afectan, del estrés que nos hacen desarrollar y de la infelicidad que acumulamos por ese impacto.
Tomar conciencia de ello y ser selectivos para escoger a quien deseamos tener a nuestro lado, es otro mecanismo esencial que define al Wellness.
5. Bienestar Ambiental
Este es un aspecto no tan conocido, o que al menos descuidamos en muchas ocasiones. El bienestar ambiental hace referencia a nuestra capacidad para reconocer la propia responsabilidad en el equilibrio natural. No se trata por tanto de limitarnos a evitar escenarios contaminantes o de vivir en medio de la naturaleza y no en ciudades céntricas.
Hablamos de conciencia ambiental, en la idea de que pequeños gestos cotidianos llevados a cabo entre todos dan resultados.
El Wellnes nos enseña también la importancia de elegir siempre alimentos de cultivo orgánico, cómo hacer de nuestros hogares y ciudades espacios más sostenibles, cómo cuidar nuestro planeta, cómo reciclar, cómo reducir el impacto de los plásticos, etc.
6. El bienestar ocupacional
¿Eres feliz en tu trabajo? ¿Aquello en lo que ocupas gran parte de tu día te satisface? Nuestras responsabilidades laborales marcan gran parte de nuestra vida y de nuestro tiempo, lo sabemos, y de hecho, es aquí donde más se concentran nuestros focos de ansiedad y estrés. Es vital por tanto que reflexionemos sobre este aspecto.
El Wellness busca también que trabajemos esta área, que ahondemos en nuestras capacidades, objetivos vitales y deseos para construir una auténtica armonía entre el campo laboral y el personal.
7. El bienestar espiritual
El desarrollo espiritual dentro de este enfoque es también un eslabón importante. Parte de la necesidad de desarrollar esa paz interna donde nuestra vida esté en consonancia con nuestros valores, donde tengamos siempre un propósito vital con el cual levantarnos cada día para hallar fuerzas, esperanzas, optimismo…
Para concluir, estamos sin duda ante una serie de prácticas donde se integra a su vez un tipo muy concreto de filosofía. La misma que el propio Halbert L. Dun concibió en su momento y donde se enfatizaba ante todo, nuestra responsabilidad personal. Somos un todo donde las emociones, la mente, el cuerpo, nuestras relaciones y el medio en el que nos desenvolvemos conforman una sola unidad que todas las ciencias y nosotros mismos deberíamos empezar a concebir de manera más amplia e inclusiva.
Por tanto, invirtamos tiempo y voluntad en cuidarnos un poco mejor, en atender todas esas áreas que a veces descuidamos, casi sin darnos cuenta.