Numerosos estudios nos muestran cuáles son los miedos más frecuentes de niños y niñas. Pero, ¿hay diferencias entre géneros? Lo cierto es que, tanto en la infancia como en la adolescencia, sentir miedo se asocia en mayor medida al género femenino.
No obstante, esto posiblemente tenga una explicación cultural, siéndole “prohibido” al sexo masculino mostrar y reconocer su miedo ante algo. Otro aspecto sobre el que quizás la sociedad no reflexiona con tanta frecuencia es la diferencia entre el contenido de los miedos si atendemos a la división entre niños y niñas. Veamos esto con mayor detenimiento.
Los miedos más frecuentes en las chicas y en los chicos
Según apuntan Valiente, Sandín y Chorot (2003), las niñas tienden a mostrar más miedo a la oscuridad, a los lugares extraños, a los sonidos, a los objetos o personas extrañas, a ser secuestradas, al robo o al asesinato, a las serpientes, a la suciedad y a los animales.
Por su parte, los niños muestran mayor miedo al peligro, al daño corporal, al colegio, al fracaso, a las pesadillas y a los seres imaginarios. Asimismo, cabe destacar que por norma general las niñas puntúan más alto en las diferentes categorías, estableciéndose una diferencia más marcada en miedos como los relativos a las ratas, las arañas, las serpientes, los ratones, las casas de aspecto misterioso o la soledad.
No obstante, cabe destacar que estas diferencias se dan cuando el miedo es evolutivo, puesto que la diferencia entre niños y niñas no es existe cuando hablamos de miedos que alcanzan un nivel clínico. Además, la tendencia es decreciente a partir de los 9-11 años en las niñas, lo cual no ocurre de manera tan pronunciada en los niños.
Los miedos más frecuentes tienen un significado evolutivo
Uno de los motivos de consulta más frecuentes en la clínica son los miedos infantiles. Lo que pocas personas saben es que muchos de esos miedos son evolutivos y desaparecerán con el tiempo. Sin embargo, hay que destacar que esto no será preocupante siempre y cuando su intensidad no sea muy alta y, por lo tanto, no limite la vida normal del niño durante amplios períodos de tiempo.
El que este hecho sea desconocido genera muchas veces estrategias ineficaces que, lejos de aliviar el temor, lo acrecientan. Por ello es importante saber que los miedos en la infancia y en la adolescencia tienen un significado evolutivo y responden a razones filogenéticas.
Esto significa que el hecho de que un niño pequeño tenga miedo a separarse de sus padres es adaptativo, pues nuestra evolución ha determinado que es mejor no separarse de los cuidadores primarios, pues puede que fuera haya peligros a los que un bebé no puede aún hacer frente.
Evidentemente, la vida en la actualidad es muy distinta y hay miedos que ya no se explican con tanta facilidad y de manera tan relevante. No obstante, conviene que todos conozcamos qué miedos son normales en cada etapa evolutiva.
- En el primer año de vida los miedos más frecuentes hacen referencia a la pérdida del apoyo, a los sonidos fuertes, a las alturas, a las personas u objetos extraños, a la separación de las figuras de referencia y a los objetos amenazadores que aparecen de manera repentina. Así, el miedo a los extraños puede continuar como timidez, aspecto que además puede agravarse con el miedo o la ansiedad por separación.
- En el inicio de la niñez (1 año- 2 años y medio), los miedos más comunes son a la separación de los padres o figuras de referencia, a los extraños, a las tormentas, a los pequeños animales y a los insectos. Es importante destacar que el miedo a la separación se intensifica hacia los dos años.
- En la etapa preescolar (2 años y medio-6 años) los miedos más frecuentes están relacionados con la oscuridad, los animales en general, quedarse solo/a, los fantasmas y los monstruos. Son especialmente relevantes los miedos a seres imaginarios y aparecen los miedos relativos a los animales salvajes.
- En la niñez media (6-11 años), los miedos que se presentan con mayor frecuencia son los miedos a sucesos sobrenaturales, a las heridas corporales, al daño físico, a la salud y la muerte y al colegio (rendimiento académico, compañeros, relaciones sociales, etc.).
- Sobre la edad de 11 años, los miedos comienzan a estancarse o estabilizarse. Sin embargo, algunos miedos suelen aumentar, como los relacionados con condiciones médicas diversas (temor a ir al médico o a recibir a una inyección, por ejemplo). Otros miedos que aumentan en esta etapa son los relativos al estrés social (hablar en público, no tener amigos, perder a los amigos, el fracaso, las críticas, etc.), así como los miedos relacionados con el peligro o la muerte.
Como vemos, el miedo es una emoción que permanentemente nos acompaña a lo largo del ciclo vital de una u otra forma. Depende de cómo se gestione y de las características circundantes, que el miedo desaparezca o no. Al final de la adolescencia y en el inicio de la edad adulta, los miedos que permanecen se hacen mucho más resistentes, por lo que es esencial elaborarlos adecuadamente a temprana edad.