Decir lo que sientes puede liberarte de una gran carga, la necesidad de saber cómo expresarlo también requiere de un aprendizaje, pero es esencial aprender a expresar las emociones, de lo contrario podrían afectarnos tanto física como emocionalmente.
Emociones no expresadas, son emociones acumuladas. Con el pasar del tiempo, vamos descubriendo que todo aquello que no hemos hablado se va acumulando en nuestro interior. Hay muchas teorías que dicen que esto es el origen de algunas enfermedades físicas, pero lo peor no es eso, sino que las emociones no habladas se van acumulando en tu carácter y retorciéndose, arrugándose y cambiando por falta de espacio, hasta que su amorfa forma causará que tu carecer y humor también se retuerza y estire cambiando de forma, y por supuesto, nuestra forma de percibir la realidad cambiará.
La necesidad de decir lo que sientes
Cuántas veces hemos sentido deseos de no ver a alguien, y cuando se aparece terminamos diciéndole el agrado que nos causa verlo regresar, o que bien te ves, o que alegría me da verte, cuando la verdad es la última persona que quisiéramos ver en el mundo. En otras oportunidades pensamos en decir o proponer algo y cuando es el momento, o lo dejamos así, o decimos algo totalmente contrario a lo que habíamos pensado, y lo hacemos porque pensamos que no es lo suficiente importante o porque no es el mejor momento, o tal vez por que podríamos causar un disgusto.
En cualquiera de los casos, estamos reprimiéndonos y las víctimas de todo esto seremos nosotros mismos, que al final estaremos lesionados física y emocionalmente. Aprender a decir lo que sientes sin miedos y vergüenza, es una herramienta que mejorara nuestra comunicación con los demás, propiciará que los otros nos entiendan mejor, y nos evitará un fin de incomodidades innecesarias. No mantiene libres y livianos mientras fluimos por la vida.
Porqué sentimos vergüenza de decir lo que sentimos
Pero ¿por qué no lo decimos o sentimos vergüenza de decir lo que sentimos? Descubre a continuación cuales son algunos de los aspectos profundos de nuestras actitudes y acciones que pueden jugarnos en contra cuando queremos expresar quienes somos y cómo somos.
Vivimos siempre con las máscaras puestas
Ese es el contrato social, debemos ser fuertes, y de determinada manera para poder competir y triunfar por encima de los otros, en una amistad o en una relación, la realidad es que tenemos miedos oscuros a los demás y dejarnos ver nos pone en una posición desventajada. Esta idea no es cierta, no estás en competencia con nadie, tu competencia es contigo mismo para ser cada día mejor, nadie va a aprovecharse de ti, si tú no lo permites. Sal, déjate ver y verás que experimentarás una vida más liviana fluida y feliz.
Tenemos miedo al abandono
¿Cuántas veces te has quedado callado haciendo frente a algo que consideras es injusto, y no hablas para no causar enojo en el otro? Tenemos la idea ficticia de que debemos adaptarnos al otro para ser aceptados y amados. Otra idea equivocada. Si tienes que cambiar para que te quieran y acepten, entonces no te aman a ti, sino aman esa creación, que como es falsa, tarde o temprano terminará por caer.
No decir lo que sientes o piensas por miedo o vergüenza definitivamente solo te traerá problemas, y las ventajas que pudieras obtener son temporales y triviales comparado con las ganancias.
Pero ¿Cómo aprender a decir lo que sentimos sin sentir miedo y vergüenza? No existe una receta para aprender a hacerlo, debemos entender que para nada en la vida hay recetas mágicas, no somos iguales y lo que funciona para mí no podría funcionar para ti, pero siguiendo unos sencillos consejos, se te hará más fácil aprender a hacerlo.
Comienza a fluir
Reflexiona, toma unos momentos al día para clarificar tus deseos, tus planes, tus sentimientos, si es necesario toma nota de lo que estás pensando; decir lo que quieres, no es decir lo que te da la gana sin importar lo que el otro siente, decir lo que quieres implica responsabilidad sobre tus palabras, hay cientos de formas de decir lo mismo.
Selecciona que decir, cuando decirlo, y a quién decirlo; selecciona tus palabras, deja ir emociones negativas, y formula mentalmente tus propuestas, ideas, asegúrate de que esas palabras salgan del corazón, las palabras no son palos ni piedras, pero tienen una gran poder para herir, piensa en la otra persona basada en la relación total que tienes con ella, no en el momento que estás viviendo.
Recuerda: el único contrato que tienes permanentemente es contigo mismo, es el único amor que te durará toda la vida, no te traiciones.
Nunca supongas las cosas, si tienes dudas o no sabes, pregunta, debemos incentivar a los otros a decir lo que sienten también, una comunicación más efectiva basada en hechos reales debe ser la meta para todos.
Saber alinear los sentimientos, las palabras, los pensamientos y las acciones, puede ayudarte a sacar esa energía con la que podrás crear y fluir y de esta manera poder armar circunstancias saludables, que permitan llevar una vida lúcida.