Los perros, para muchos, son de los animales más adorables del planeta. Nuestros mejores amigos. Sin embargo, hay personas que les tienen miedo, tanto que desarrollan una fobia. Ahora, ¿cómo se genera y cuáles son las principales estrategias de intervención?
Tener miedo a algunos animales es una respuesta natural que nos ha ayudado a sobrevivir como especie. Así, es común el miedo a animales más salvajes y desconocidos, como los leones, panteras,tiburones, etc. Sin embargo, hay personas que también lo sienten hacia otras criaturas más cercanas, como quien tiene miedo a los perros.
A pesar de que en el imaginario colectivo son considerados como a los mejores amigos del hombre, muchas personas les tienen miedo debido a experiencias traumáticas o a patrones de comportamiento aprendidos. En cualquier caso, el miedo puede crecer o desarrollarse de forma que la persona padezca una fobia. Concretamente, cinofobia.
¿Cómo se desarrolla el miedo a los perros?
El miedo a los perros o la cinofobia se desarrolla como el miedo a cualquier otro estímulo. No obstante, este miedo tiene algunas particularidades que nos pueden dar pistas para determinar su origen de manera más precisa. Así, el miedo a los perros es muy común en la infancia. En este contexto, podría desarrollarse debido al mensaje que transmiten los padres sobre los perros.
Es habitual ver a padres impidiendo que los niños se acerquen y toquen a estos animales, además de recordarles el peligro al que se exponen haciéndolo. En este caso, podría decirse que el miedo, o el exceso de precaución, que tienen los padres, es la semilla del temor del niño a los perros.
Por otro lado, puede ser que durante la infancia el niño haya vivido una experiencia traumática con algún perro (o bien los padres, o algún conocido). No necesariamente tiene que haber sufrido un ataque.
También puede tratarse de un movimiento inesperado que el pequeño ha interpretado como una amenaza.
Sin embargo, esta experiencia particular o potencialmente traumática no desemboca necesariamente en fobia. En muchos casos dependerá de cómo aprenda a gestionar el miedo. Es más, el miedo en los perros durante la infancia tiende a desaparecer con los años, permaneciendo o quedando un residuo frente a los perros más grandes o dinámicos. En caso contrario, el miedo puede crecer hasta desarrollar una fobia.
Cinofobia
No es lo mismo hablar de miedo a los perros que de cinofobia. En esta última, el miedo es extremo, incapacitante, y la persona verdaderamente sufre ante cualquier estímulo relacionado con los perros. Es tal la intensidad de la emoción que supera al autocontrol; de hecho, con frecuencia, la persona puede razonar que el perro no es una amenaza o que las posibilidades de que le ataque son mínimas, pero al mismo tiempo no puede evitar sentirse amenazada.
En este sentido, alguien con miedo a los perros puede sentir cierta tensión al presenciar a un perro grande y agitado. Sin embargo valorará la situación y tomará las medidas necesarias para salir airoso de la situación de forma saludable. En cambio, alguien que padece cinofobia sentirá un miedo extremo aunque el perro esté plácidamente descansando.
También puede darse que la persona sienta miedo o fobia por un tipo concreto de perros, como los etiquetados de potencialmente peligrosos, o a otras razas por algún motivo. Aun así, lo más habitual es que en la cinofobia el miedo se extienda a todos los perros y no discrimine si se trata de un chihuahua o de un pitbull.
Síntomas de la cinofobia
Como otras fobias, los perros generan una respuesta de ansiedad. Entre los síntomas más comunes se encuentran los sudores, temblor, dolor de cabeza, náuseas, mareos, taquicardia, hiperventilación o, incluso, vómitos. Para que se considere que la persona tiene cinofobia es necesario que esos síntomas en presencia del animal o de algún estímulo relacionado. Además debe haber experimentado el miedo exagerado durante al menos seis meses.
Estos síntomas suelen producirse viendo en persona al animal, o bien sólo con pensar en ellos. Así, puede ser que una persona con un miedo intenso a los perros se vea muy afectada sólo con escuchar un ladrido o viendo una foto de un perrito. Incluso, podría experimentar síntomas con tan solo escuchar una historia sobre ellos. Estos estímulos varían según la experiencia de cada uno, haciendo que el miedo sea mayor o menor.
Encontrarse perros en el día a día es enormemente habitual, por lo que puede llegar a ser verdaderamente incapacitante si no se trata. Es por ello, que la persona podría por evitar a los perros tanto que decidiese no salir más de casa. Tratará de evitar a toda costa el cruzarse con algún perro. Por ello, es importante buscar ayuda profesional para superar la fobia.
¿Se puede tratar?
Como en cualquier otra fobia, la terapia psicológica tiene bastante éxito a la hora de tratarlas, así como puede disminuir el miedo en general.
Así, la intervención psicológica suele basarse en tres pilares: la reestructuración cognitiva, la desensibilización sistemática y las técnicas de relajación. La primera va enfocada a configurar las creencias sobre los perros de forma más adaptativa y, a veces, realista. Por ejemplo, buscando información sobre el peligro real de estos animales, información sobre la agresividad o datos más específicos basados en miedos concretos de la persona.
Por otro lado, la desensibilización sistemática se centra en la exposición gradual y controlada al estímulo de la fobia. En primer lugar, se haría una lista con situaciones cotidianas en las que pudieran estar presentes perros. Estas situaciones se ordenarían de menos a más amenazantes siguiendo el criterio de la persona con cinofobia. Una vez terminada, acompañándose del entrenamiento en técnicas de relajación, la persona se expondrá, siguiendo el orden de la lista, a estas situaciones.
Por: Psicóloga María Vélez