El autoconcepto sexual se relaciona con cuestiones tales como: “¿te gusta tu cuerpo?”, “¿te consideras atractivo?”, “¿piensas que eres un buen amante?”, “¿disfrutas de tus relaciones?”… En función de las respuestas que les demos a estas preguntas, es probable que tengamos un mejor o peor autoconcepto. En este sentido, la imagen que cada uno tenemos de nosotros es decisiva a la hora de establecer relaciones con los demás, incluyendo, sin ninguna duda, las relaciones sexuales.
Pero… ¿Qué es exactamente el autoconcepto y de qué manera se relaciona autoconcepto y sexualidad? A continuación trataremos de profundizar en estas cuestiones.
Autoconcepto y sexualidad: qué es y cómo se forma
Podemos definir el autoconcepto como la opinión que una persona tiene sobre sí misma. Engloba a todas aquellas ideas, hipótesis y creencias que atesoramos sobre nosotros mismos. Por lo tanto, podríamos resumirlo como la forma en que nos percibimos. Se compone de tres características principales:
- Es innato, de tal manera que estamos diseñados para adquirirlo desde que nacemos. De este modo, lo vamos elaborando con la experiencia, con la imagen que proyectamos en los demás y con los detalles que estos comparten de ella con nosotros.
- Está organizado, de tal manera que tendemos a ignorar los estímulos que contradicen nuestro propio autoconcepto, así como tendemos a percibir lo que se ajusta a él.
- Se mantiene dinámico porque se va modificando con nuevos datos, bien propios de la persona o de juicios externos.
La importancia de este concepto radica en que impulsa a la persona a actuar, a seguir adelante y a perseguir sus objetivos. Con respecto a la sexualidad, que es el tema que nos interesa ahora mismo, también juega un papel muy importante. Quien se vea a sí mismo con confianza lo proyectará hacia los demás, igual que también lo hará quien tenga una pobre imagen de sí mismo.
Este autoconcepto sexual comienza a formarse con las primeras relaciones que establecemos. Las valoraciones o comentarios recibidos por parte de la pareja sexual en relación al cuerpo o al aspecto físico favorecerán o dificultarán una buena imagen personal. Una vez que este autoconcepto ya se ha comenzado a construir, influirá en los futuros encuentros sexuales.
La relación entre autoconcepto y sexualidad comienza con el establecimiento de nuestras primeras relaciones.
¿Cómo afecta el bajo autoconcepto en nuestras relaciones sexuales?
Las personas que tienen un autoconcepto negativo o pobre suelen tener dificultades para mostrarse naturales ante los demás, incluida su pareja.
Esto les provoca cierta ansiedad y hace que la necesidad de intimidad disminuya o se vuelva inexistente. Estas personas tienden a pensar que sus defectos son visibles y obvios para todos.
Este bajo autoconcepto no solo tiene que ver con el aspecto físico, sino que también tiene que ver con un aspecto más psicológico o de personalidad. Por ejemplo, personas que se consideran aburridas en la cama creen que su pareja piensa lo mismo y se sienten evaluadas a la hora de tener relaciones sexuales. Al mismo tiempo no es raro que sientan ansiedad por la presión que implica tener que mejorar en ese aspecto.
En estos casos, además de no contrastar si realmente lo que pensamos es cierto, es un error intentar mostrarnos perfectos ante el resto y fingir que todo está bien. Aquellas personas que ocultan su verdadero yo, para no ser juzgadas, en el fondo sufren mucho. Esto les impide aceptarse y establecer relaciones sinceras con personas significativas. Algo que también echan de menos.
La consecuencia más grave y más temida de este bajo autoconcepto sería la ruptura o separación de la pareja. Sin embargo, se ha observado que, hablando con la otra persona de manera abierta y/o pidiendo ayuda psicológica, ninguna pareja tiene por qué llegar a este punto.
La aceptación como clave para mejorar nuestro autoconcepto
Autoconcepto y sexualidad se relacionan, por lo tanto, de manera directa. Llegados a este punto es normal que nos preguntemos qué podemos hacer para mejorar nuestro autoconcepto, y así poder disfrutar más de nuestros encuentros sexuales. Pues bien, se ha llegado a la conclusión de que uno de los puntos más importantes pasa por la propia aceptación de nuestro cuerpo y nuestra forma de ser. En esto tiene mucho que ver el conocimiento que podemos tener de nuestras fortalezas y debilidades, lo cual permitirá, o al menos facilitará, que disfrutemos tanto del sexo como de las demás experiencias de la vida.
Autoconcepto y sexualidad se relacionan de forma directa. Cuando más nos aceptemos y conozcamos más fácil será disfrutar del sexo.
Para aceptarse a uno mismo hay que ser conscientes de que hay cosas que no se pueden cambiar… por mucho que nos gustaría. No podemos convertirnos en otra persona, de manera que hay algunas partes de nosotros que tenemos que aceptar y entender que cada persona es especial y única con lo que tiene. Incluidos nosotros.
Aceptar nuestra estatura o nuestro color de piel, entre los muchos rasgos que nos caracterizan y difícilmente podemos cambiar, es fundamental. Una vez que aceptemos que hay determinados factores que no podemos controlar o sobre los que ni siquiera podemos influir, y empecemos a destinar nuestros esfuerzos a mejorar aquello que sea posible y no nos guste, estaremos preparados para disfrutar con plenitud de todas las experiencias vitales, incluyendo nuestra sexualidad.