Un problema silencioso que avanza: La depresión
La interacción con alguien que vive siempre triste y sin ganas de nada no es tarea fácil.
Cuando alguien que queremos se encuentra deprimido, es común que nos preocupemos y nos terminemos estresando, o que se generen entre nosotros discusiones. Son consecuencias normales de la depresión crónica, un padecimiento que suele tener efectos devastadores en las relaciones interpersonales. Pero hay ciertas actitudes que contribuyen a mejorar la calidad de vida de quien está deprimido, y a la vez fomentan una relación más positiva con el entorno.
Piensa antes de hablar. Es normal sentir que perdimos a ese ser querido que ahora está mal, al buscar a la persona que una vez fue y tener problemas para reconocer a este nuevo extraño. Esto nos genera culpa y frustración, y terminamos teniendo problemas para comunicarnos. Trátalo con paciencia y fortaleza, entiende que su enfermedad habla ahora por él y reflexiona antes de contestarle.
No lo juzgues. Evita tomar la depresión del otro como algo personal. Es usual enojarse ante la impotencia de ver vencido a alguien a quien queremos. Pero las críticas, las condenas o lo malos juicios no contribuyen en nada, sino que erosionan más aun la autoestima del deprimido. Intenta ponerte en su lugar para poder ayudarlo y hacerle sentir más cómodo y acompañado.
Incentívalo a pedir ayuda. Es frecuente, sobre todo en los hombres, que el deprimido se resista a recibir terapia. Es importante que le hagas saber que no está solo en este problema. Explícale que, si el caso es extremo, un tratamiento podría aliviar sus síntomas y beneficiar su estado de ánimo. Expresa tu deseo de colaborar en este proceso: la terapia familiar ayuda a comprender el estado del paciente y mejora la convivencia.