El sedentarismo prolongado nos mina el ánimo y la salud mental poco a poco. Como también lo hacen los estados de ansiedad, abocándonos a ese desánimo con el que derivar en una peligrosa inactividad física. Los efectos son altamente peligrosos.
Ansiedad y sedentarismo guardan una estrecha relación. Ha podido comprobarse que un estilo de vida definido por una baja actividad física eleva la posibilidad de que acabemos sufriendo cambios en el estado de ánimo. Asimismo, también se ha visto que los propios trastornos de ansiedad derivan también en una menor motivación por el movimiento y el ejercicio…
Estamos por tanto ante un llamativo y también peligroso círculo vicioso. No podemos pasar por alto un hecho del que nos avisa la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inactividad es un problema de salud pública que afecta a más de la mitad de la población. Además, dicha realidad, no solo define a buena parte de los adultos. También los niños y adolescentes evidencian un elevado sedentarismo.
Los efectos de esta evidencia son, como bien sabemos, claramente nocivos. Arterioesclerosis, obesidad, diabetes tipo II, hipertensión… La mayoría conocemos los riesgos para la salud física. Sin embargo, es importante tener presente que la falta de actividad, el no movernos con la vida, provoca que el estado de ánimo se oxide, se oscurezca y derive en estados patológicos.
Ansiedad y sedentarismo: una relación de doble vínculo
Desánimo, pensamientos negativos, ideas irracionales, insomnio, agotamiento… La ansiedad es un trastorno del estado de ánimo que evidencia una amplia y compleja sintomatología. Asimismo, hay un hecho innegable: no es fácil definir cuáles son los desencadenantes de esta condición psicológica. A menudo, son múltiples: estilo de vida, genética, factores ambientales, falta de estrategias de afrontamiento…
Ahora, no podemos descartar uno más: el sedentarismo. Trabajos de investigación como el realizado en la Universidad de Deakin (Australia) evidencian cómo la inactividad física continuada se relaciona con un riesgo mayor de sufrir tanto como estados de ansiedad como depresión. Y esto se manifiesta tanto en adultos como en la población más joven.
Ahora bien, el problema es aún más complejo porque, en realidad, ansiedad y sedentarismo guardan una relación de doble vínculo. Es decir, el hecho de no movernos en todo el día agrava el estado de ánimo pero además los trastornos de ansiedad también nos abocan a una menor actividad física. Estamos por tanto ante una realidad de salud pública que debemos tener más presente.
El sedentarismo y su efecto en la salud mental, un enemigo feroz
Vivimos en una sociedad que cada vez demanda menos del cuerpo y más de la mente. Es muy probable que al pronunciar la palabra “sedentarismo” imaginemos a una persona hundida en el sofá, mirando la tele y comiendo patatas fritas. No siempre es así. Podemos tener un ejecutivo, a un científico o a un administrativo de empresa llevando una vida claramente sedentaria, pero siendo a su vez altamente productivos.
También nuestros niños y adolescentes evidencian este hecho. El tiempo que pasan ante las pantallas, los videojuegos o en redes sociales como TikTok les aboca a esa falta de actividad crónica de la que no siempre somos conscientes. Este estilo de vida definido por la inmovilidad moderna merma la salud mental de manera progresiva.
La ansiedad, un inmovilizador mental y físico
Ansiedad y sedentarismo conforman un doble vínculo: ambas se retroalimentan. Y el hecho de que sea así es problemático. A menudo solemos recomendar a las personas que padecen trastornos de ansiedad o depresión que practiquen deporte y que mantengan una vida más activa. Sin embargo, no siempre logran cumplirlo.
En un estudio de la Universidad AngliaRuskin (Reino Unido) nos hablan de esta relación: las personas con ansiedad tienen hasta el doble de probabilidad de tener una vida más sedentaria. No es sencillo prescribir a alguien que empiece a salir de casa para correr o practicar tenis, baile o clases de zumba para reducir el efecto de la ansiedad.
Las causas que lo explican son las siguientes razones:
- La ansiedad cursa con un mayor agotamiento físico, sensación de ahogo y taquicardias. Cualquier esfuerzo se vive de manera sobredimensionada.
- Por otro lado, y más allá de la sintomatología física, está el desánimo y la falta de compromiso. Pueden empezar a realizar deporte dos o tres días seguidos y finalmente dejarlo.
- Estos trastornos del estado de ánimo cursan con la baja motivación y con la frustración constante. Además de no experimentar ganas por moverse tampoco le ven utilidad.
Ansiedad y sedentarismo ¿cómo manejarlos?
Ansiedad y sedentarismo van de la mano porque son un reflejo de nuestro estilo de vida actual. Hemos dejado de movernos con nuestra realidad porque la realidad se ha vuelto estática y adherida a las nuevas tecnologías. No exigimos esfuerzos al cuerpo porque ya tenemos bastante con recorrer los intrincados (y agotadoras) laberintos mentales.
La preocupación agota y cuando la mente llega el límite no queda energía para el cuerpo. ¿Qué podemos hacer en estos casos? La estrategia es doble. Es necesario atender el cuerpo y motivar la mente para que ansiedad y sedentarismo pierdan fuerza, se diluyan y optimicen nuestra calidad de vida. Estas serían algunas estrategias:
Cuidar la mente
- Practica una buena higiene mental: racionaliza las preocupaciones, domina los pensamientos negativos e ideas irracionales, no alimentes tus problemas con angustias y busca soluciones.
- Gestiona tus emociones.
- Date instantes de calma y silencio, permite que tu mente se relaje.
- Márcate propósitos que te ilusionen cada día.
- Rodéate de personas que te traigan paz.
- Busca nuevas aficiones y pasiones con las que dar motivantes a tu cerebro.
Motivar al cuerpo
- Crea una rutina diaria en la que empezar dedicando 30 minutos al ejercicio físico.
- nicia en casa alguna práctica como yoga, pilates o zumba.
- Busca a un amigo con quien empezar a realizar juntos algún tipo de deporte al día o a la semana.
- Empieza a planear escapadas al campo o a la playa donde realizar alguna actividad física. Es necesario que el concepto de tiempo de descanso incluya también el movernos con la vida.
Para concluir, no dudemos tampoco en consultar con los profesionales en caso de que no logremos realizar cambios. El efecto del sedentarismo como el de la ansiedad crónica son altamente nocivos.Tengámoslo en cuenta.
Por: Psicóloga Valeria Sabater