Tarde o temprano, las tenemos que tener: ya sea porque una conversación sin importancia deriva en ese punto o porque es un tema que queremos aclarar de manera directa. Son las tìpicas conversaciones de pareja incòmodas con que, si no somos un poco hábiles, podemos abrir un precipicio en la relación.
Incluso, en casos en los que las ideas son contrapuestas y ninguno da su brazo a torcer pueden acabar con ella. Por tanto, no es cuestión de evitarlas, sino de que cada uno se pregunte a sì mismo què es lo que quiere transmitir y lo sepa expresar de la manera màs conveniente. ¿Cuàles son estas conversaciones de pareja tan incòmodas? Y, ¿còmo tenemos que abordarlas para que no terminen de una forma que no queremos?.
Los ex: el pasado siempre vuelve
“No entiendo què viste en èl/ella”. “¿Còmo pudiste estar con alguien asì?” Estas son algunas de las frases a las que terminan recurriendo los novios cuando hablan de sus relaciones anteriores. Inocentes quizás, pero con un gran poder para abrir la caja de los truenos.
Por eso, para que estas conversaciones de pareja no se conviertan en un autèntico tormento y deriven en una discusión, es importante que quede claro el lugar que ocupa esa ex o ese ex en los esquemas de tu pareja. No es lo mismo que hayan estado casados durante años, que tengan o no hijos en común o que ùnicamente su noviazgo se haya extendido unos cuantos meses.
Y la única manera de saberlo, es preguntando. Pero sin alterarse, desde la sinceridad, el respeto y buscando el entendimiento. Eso sì, sutilmente tienes que fijarte en tres aspectos clave de la respuesta que te dètu pareja:
-Còmo habla de ella: con rabia, dolor, indiferencia, desprecio… Esto te darà información acerca de los sentimientos que tiene actualmente hacia ella.
-Si suele sacar a colaciòn su nombre en vuestras conversaciones habituales: si cuenta experiencias o momentos anteriores con ella y si lo hace con naturalidad y sin darle mayor importancia que la que merece.
-Si mantienen contacto y cuànto lo hacen: si hablan a menudo y por medio de quèvìa lo hacen, si forma de su grupo de amigos, si ha borrado su número…
Eso sì, no olvides que, mientras estès manteniendo estas conversaciones de pareja siempre debes poner lo que pertenece al pasado en su dimensión. Por otro lado, no siempre debes poner lo que pertenece al pasado en su dimensión. Por otro lado, no intentes interpretar las experiencias del otro a partir de las tuyas, seguramente en muchas de las circunstancias tùhabrìas actuado de diferente forma en muchos puntos. En caso de que aparezcan los celos, es bueno recordar que ahora està con una persona que le completa màs. Y esa eres tù.
El futuro: la incertidumbre ahoga
¿Pensarà que soy el hombre/mujer de su vida? ¿Tendrà la ilusión de casarse? ¿Querrà formar una familia? ¿Serà un buen padre? ¿Serà un buen padre? ¿Se habrá despertado en èl/ella el instinto maternal? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos cuando empezamos a plantearnos tener una relación sería con una persona. La persona. Abordar estas cuestiones no es nada sencillo. Supone que nos tengamos que enfrentarnos a una realidad, que puede o encantarnos o enamorarnos màs.
Tambièn puede no gustarnos y decepcionarnos hasta el extremo.
Ademàs, si es el otro el que propone estos interrogantes y tù no has tenido tiempo de madurarlo, en muchas ocasiones puedes paralizarte. Lo cierto es que a veces no contamos con herramientas para impedir que vuelvan a nosotros los demonios y miedos del pasado. Y antes de responder, preferiríamos sumergirnos en hielo. Pero, piénsalo asì: cuanto antes sepas a què atenerte, màs poder tendràs sobre tu futuro. La incertidumbre no es una buena compañera de viaje.
Toda información es poder
Si existen diferencias o discrepancias respecto a vuestro futuro, es bueno proponer y participar en un diálogo sobre ellas. Aunque parezca que tengas puntos de vista totalmente opuestos. Por ejemplo, hijos sì e hijos no, en todos los temas se pueden llegar a alcanzar acuerdos.
Es mejor, a la hora de organizar el esquema de futuro, que empieces por aquello en lo que piensas de manera màs parecida y, poco a poco, ir subiendo la dificultad e identificando en quèestàn dispuestos a ceder por la otra persona y què no. Cuàles son vuestras concesiones y los puntos que quieres mantener una postura màs firme. Ademàs, tienes que aprender a identificar cuàles son las concesiones que mejor compensan las que hace el otro, de manera que al final del acuerdo los están contentos con èl.
Compartir es vivir
Home, sweet home… ¿O no? Si te acabas de ir a vivir con tu pareja, màs pronto que tarde tienes que darle la bienvenida a los gastos compartidos. O, mejor dicho, al todo compartido.
La convivencia es dura. No solo porque pueden acabar desgastando la relación, debido a roces diarios, sino porque si ambos no ponen de vuestra parte, cualquier tarea puede terminar siendo el origen de un enfrentamiento. Pueden ser lo màs cariñosos, tiernos, atentos que quieran, pero si no ayudan en las tareas del hogar…¡tienen un problema!
Y la mayor complicación llega cuando tienen que decírselo. Cuando ya no puedes màs y todo te “saca de las casillas”. El momento de plantarse y decirle…”Tenemos que hablar”. ¿Còmo tienes que enfrentarte a esa conversación? Pues desde la naturalidad. Puedes empezar haciendo una lista con todas las tareas domèsticas semanales que tienes que hacer (en caso de que sea este el problema). Las que proponga tu pareja serán las que èlmàs valora o considera menos indispensables, sì que también te valdrà para conocerlo mejor. Luego pueden repartirlas en una proporción en la que los dos estèn conformes. Es bueno que en todo momento la iniciativa sea compartida y que el acuerdo alcanzado sea reconocido por los dos.
No hay conversaciones de pareja incòmodas que se resistan.
Como puedes ver, la clave de todas estas conversaciones de pareja pasa por entender la situación y darle una solución pactada que sea satisfactoria para los dos. Pero esto no se consigue ni de la noche a la mañana ni se puede alcanzar si no se conoce a la persona con la que quieres compartir tu vida.
Una pareja con futuro es aquella que habla abiertamente de todas sus inquietudes, sueños, problemas o preocupaciones. Es la que no trata de evitarlos o escapa de ellos, es esa que aborda las diferencias sabiendo que hay terrenos que requieren de mucha habilidad para la expresión y la comprensión.
Una relación sana se basa en la confianza, en el respeto y en la ilusión. Por eso, lo mejor es afrontar este tipo de conversaciones sensibles. Es no dejarnos estos tres ingredientes por el camino cuando toca sentarse y hablar. Sòloasìpodràs alcanzar un punto en el que la pareja y los dos de manera individual, se encontraràn bien en la convivencia: el hogar de la relación.