Hay duelos que te marcan y te dejan sin palabras. Hay otras pérdidas para las que realmente no existen palabras. Puedes ser huérfano o viuda, pero cuando se te muere un hijo te das cuenta de que nada de lo que digas podrá reflejar lo que sientes, convirtiéndose en el duelo que no tiene nombre.
Un duelo que te hiere por dentro, porque has perdido una parte de ti, una parte sobre la que construiste tu vida. Y, por tanto, tu vida ha perdido parte de su sentido, ya que sólo hay culpa y reproches, porque tú tenías que haberte ido antes, tenías que haber sido lo suficientemente bueno para que no se cayera.
Aunque estos sentimientos son normales porque sentir el malestar es lo adecuado, lo que te dices y que te hace sentirte culpable, no es más que producto de una serie de autorreproches que te marcan por seguir viviendo cuando se supone que son los hijos los que sobreviven a los padres.
No fue culpa tuya
La voz interna de nuestra conciencia es especialmente intensa en los momentos de duelo. Este Pepito Grillo que generalmente nos ayuda a distinguir lo correcto de lo incorrecto, puede llevarnos en algunos casos al tormento por recordarnos un pasado que pudo haber sido y no fue. Nos lleva a culparnos por un pasado que generalmente estaba fuera de nuestro control.
Nos llena de autorreproches del tipo: “Si hubiera despertado antes”, “Y si estaba enfermo y no lo vi”, “Si hubiera actuado diferente”…. Pero lo cierto es que lo más probable es que nada de lo que pudieras cambiar en el pasado modificaría el resultado. La muerte llega, no solemos saber cuándo y es algo irracional intentar buscar su sentido.
A veces, diferenciar entre la culpa y la responsabilidad es muy difícil. Si se instala en el duelo lo enquista impidiéndote superarlo y avanzar. Así la culpa no responde a la lógica, invalidándote por completo. Porque no entiendes lo ocurrido y no puedes aceptarlo sin sentirte culpable por ello.
Y, aunque la comprensión en el duelo es el primer paso para su aceptación, en ocasiones esta comprensión no tiene que llevar a entender todos los “porqués” de su pérdida, porque en muchas ocasiones no hay un por qué, simplemente ocurre.
Tratar la culpa en el duelo
La culpa es una de las emociones que más dificultan el proceso de duelo. Pero hay una serie de indicaciones que puedes seguir que te ayudarán a superarlo:
- Habla sobre el duelo: habla con familiares y amigos de confianza. Que su pérdida no se convierta en un tema tabú. Aceptar lo ocurrido es importante y conocer los diferentes puntos de vista ayuda a superar el sentimiento de culpa.
- Acepta tus sentimientos: es normal que el duelo lleve aparejado un sinfín de emociones, desde la tristeza al agotamiento. Acéptalas todas, vívelas, pero no te instales en ellas.
- No dejes de lado tu vida: cuando estamos en proceso de duelo solemos sentirnos tan mal que, sin darnos cuenta, dejamos de lado nuestras rutinas. Esto favorece a que tengamos más tiempo para buscar razones del porqué de su pérdida. No dejes de cuidarte y de cuidar a los tuyos, que también te necesitan.
- Rememora la vida del ser amado que has perdido: tu hijo no sólo se define por el momento en el que lo has perdido. Recuerda todo el amor que tuvo contigo y los momentos felices que vivisteis juntos. Es el mejor homenaje que puedes hacerle.
- Pide ayuda profesional si lo necesitas: aunque pienses que mucha gente ha pasado por la misma situación no todos somos iguales y el pedir ayuda puede ayudarte a superar las emociones que actualmente te superan