Durante toda nuestra vida académica, pero especialmente en la adolescencia, tenemos que tomar decisiones que condicionaran en buena medida nuestro futuro. Decisiones, que en algunos casos estarán claras, porque la persona a esa edad ya tiene claro a qué dedicarse y ha encontrado su vocación; sin embargo, en otros casos esta vocación aún no se ha encontrado y la decisión, se decante por un lado u otro, se basará en las dudas.
El mercado laboral puede ser un factor importante a la hora de decidir. Si enfocamos nuestra formación hacia una profesión que tiene más salidas, será más probable que encontremos un buen empleo. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que, pese a nuestros cálculos, esta variable es muy cambiante y lo que tiene salidas cuando empezamos a estudiar una carrera puede que no tenga tantas cuando la terminemos. Al revés también pude suceder.
Por otro lado, como hemos dicho antes, está la vocación. Esta es importante porque si la encontramos y hacemos de ella una manera de vida le estaremos dando a esta un sentido, unos cimientos sólidos que nos harán fuertes y felices.
Preguntémonos, ¿se puede hacer lo que a uno le gusta y al mismo tiempo ganar dinero? ¿se puede tener un trabajo con un futuro incierto y que la familia no se preocupe demasiado? ¿se puede considerar que aspiración es deseable a pensar de que los demás nos dicen que no lo es? Preguntas típicas a la hora de hallar nuestro “leivmotiv”.
Personalidad y futuro para encontrar una vocación
Si nos basamos solo en los gustos, puede que no nos vaya del todo bien al escoger qué estudiar o en qué trabajar. ¿Por qué? Porque algunas de nuestras preferencias pueden ir variando a lo largo de los años.
Piensa en aquellas cosas que te encantaban cuando eras niño. La mayoría de ellas han quedado en el recuerdo y ya no te gustan como antes. Algo similar ocurre con la vocación. Tal vez cuando tenías 13 o 14 años pensabas en ser veterinario porque tu perro sufrió un accidente, o quizás a los 16 tenías decidido ponerte la toga después de ver una serie de abogados. Las noticias, las personas que te rodean y lo que haces puede ir moldeando tu supuesta vocación.
Según las Universidades las carreras con mayor demanda en el siglo XXI son derecho, comunicación, educación, psicología, administración o económicas. Por otro lado, si hiciéramos una lista de las carreras que más personas aportan a la lista de paro, nos las encontraríamos en los primeros puestos. ¿Entonces por qué la gente sigue estudiándolas? Puede ser por tradición, porque da estatus o porque se cree que que con este título el trabajo se encuentra fácil.
Así, si estás pensando en dedicarte a tu vocación te ofrecemos algunas ideas que pueden echarte una mano para que lo consigas.
Métodos para hallar la vocación
Antes de continuar sería bueno diferenciar vocación de trabajo. Aunque lo mejor es que vayan juntas, ya que así el trabajo cobrará un valor especial, lo cierto es que se pueden desarrollar de forma separada.
Puede que tu vocación sea cuidar animales y que desempeñes tu trabajo en un banco. Sin duda, probablemente si tu trabajo fuera cuidar animales disfrutarías más, pero esto no quiere decir que no puedas hacerlo en tu tiempo libre de manera desinteresada. Puede, incluso, que si lo haces en tu tiempo libre y demuestras que eres muy bueno, pronto tengas una oportunidad laboral para dedicarte a ello.
Haz un examen de orientación vocacional
En muchas escuelas tienen un gabinete especializado en tratar diversos aspectos de la vida académica. Puedes sino ir a un psicopedagogoencargado en tests vocacionales.
Se trata de un cuestionario donde deberás ir respondiendo ciertas preguntas sobre tus gustos y actividades, en función del grado de atractivo que tengan para ti. Con estas respuestas, el especialista podrá orientarte.
Consulta con profesionales que se dedican a los sectores que te gustan
Por ejemplo, puedes pedir una cita o pactar un encuentro con alguien que se dedique a la carrera que tienes previsto estudiar o que barajas como una posible alternativa.
De esta manera podrás preguntarle sobre sus actividades cotidianas, los problemas con los que tiene que lidiar, qué es lo que más le gusta de su profesión y lo que menos le agrada. Muchas veces tenemos una visión idealizada de una profesión que explota con como una burbuja en cuanto la confrontamos con la realidad.
Analiza tus habilidades
¿Qué cosas crees que haces realmente bien? ¿Qué es aquello que menos te cuesta hacer en la escuela, en casa o en el club? Si crees que no tienes la capacidad para determinar esto por ti mismo puedes consultar a tus familiares y amigos.
Que sean lo más objetivos que puedan y no solo se traten de “echarte flores” como se suele decir. Quizás no te conviene preguntar a tu madre o tu abuela, porque difícilmente van a separa el cariño de la objetividad. También sería interesante que te indiquen para qué cosas no eres tan bueno. Si no deseas exponerlos a ello puedes hacer una especie de juego donde todos escriben en un papel y lo dejan en una caja.
Abre tu mente
Esto quiere decir que no te quedes con las carreras habituales que conoces o que en tu familia han estudiado. ¿Qué tal ir a una feria de universidades para analizar todas las propuestas? Seguro que hay alternativas que no tenías en mente como plausibles pero te parecen interesantes. Imagínate cómo te verás dentro de 5, 10 o 20 años. ¿Cómo te sentirías estudiando, una vez graduado y trabajando en ello?
Por: Yamila Papa