Es un trastorno de ansiedad que afecta a muchos alumnos y que, más allá de la nota, puede tener consecuencias físicas
Hay muchos alumnos que, pese a estar sólidamente preparados respecto a la materia que van a rendir, fallan sistemáticamente frente a la mesa evaluadora. A ellos les sucede lo que los especialistas denominan “miedo a los exámenes”, un trastorno de ansiedad que muchas veces puede volverse invalidante..
“La ansiedad ante los exámenes -explica el médico psiquiatra Juan Manuel Bulacio- consiste en una serie de reacciones emocionales negativas que algunos alumnos sienten frente a la instancia de evaluación. El miedo a los exámenes no es un miedo irracional, ya que la actuación en ellos determina gran parte del futuro académico de la persona, pero cuando la ansiedad se da a niveles muy elevados, puede interferir seriamente en la vida de la persona”.
“Si bien un estudiante que padece miedo a rendir puede terminar la carrera sin realizar un tratamiento -señala por su parte la psicóloga especializada en trastornos de ansiedad Carla Galíndez- también puede convertirse en un estudiante crónico, y su vida se verá afectada por las consecuencias físicas, cognitivas, emocionales y sociales de este problema. De hecho, muchos alumnos tienden a abandonar su carrera”.
En Argentina, fue el neurólogo e investigador Osvaldo Doliani quien alertó sobre las consecuencias del miedo a rendir, al señalar que el cambio más importante que sucede a nivel fisiológico es en el cortisol, hormona vital que, en exceso, destruye neuronas.
Según los especialistas, son tres los momentos claves en que se presenta el miedo a rendir: al comienzo de la carrera, después de la mitad, y hacia el final, cuando ya con todas las materias regularizadas, a los estudiantes se les dificulta rendir y recibirse.
También indican que esta ansiedad puede ser anticipatoria, cuando el sentimiento de malestar se produce a la hora de ponerse a estudiar o al pensar en que pasará en el examen; o situacional, si ésta acontece durante el propio examen.
“En la mayoría de las ocasiones -señala el doctor Bulacio- existe un agente real o percibido que activa la ansiedad. Este puede ser sencillamente una experiencia anterior de bloqueo de un examen, o de haber sido incapaz de recordar respuestas sabidas. Si la preparación para el examen ha sido correcta, la ansiedad puede estar debida a pensamientos negativos o preocupaciones”.
Claro que el problema no solo se presenta frente a la mesa examinadora, sino que puede acarrear también consecuencias orgánicas.
“Por un lado está el nivel fisiológico -señala Bulacio- que abarca taquicardia, pulso acelerado, palpitaciones, opresión en el pecho, palidez o ruboración, dificultad para respirar, sensación de ahogo o falta de aire, entre otras. Pero luego sigue el nivel emocional, que se manifiesta con ansiedad y/o angustia persistente, sensación de inseguridad, sentimientos de minusvalía e inferioridad o preocupación, entre otros”.
“A nivel psicológico -destacó por su parte la licenciada Galindez- se puede experimentar una imposibilidad de actuar, tomar decisiones, expresarse uno mismo o manejar situaciones cotidianas. Como consecuencia, se puede tener dificultad a la hora de leer y entender preguntas, organizar pensamientos o recordar palabras o conceptos. También es posible experimentar un bloqueo mental (quedarse en blanco), lo que se manifiesta en la imposibilidad de recordar las respuestas pese a que estas se conozcan. Y por último, las reacciones emocionales pueden llevar a sentirse triste, inquieto, enfadado o desvalido”.
Diario El Día. La Plata. 7 de septiembre de 2015