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La importancia de dormir bien

Un tercio de nuestra vida la ocupamos durmiendo. A la edad de 60 años, aproximadamente 20 los habremos dormido. Cualquier problema durante el sueño, afectara nuestro rendimiento diario condicionando muchas veces nuestra vida.

Mientras dormimos se producen una serie de procesos complejos que involucran todos nuestros sistemas. Por esta razón el sueño cumple una función reparadora, no solo se restaura al organismo del desgaste cotidiano sino que se restituyen procesos mentales y fisiológicos muy importantes para nuestra salud.
En definitiva dormimos para seguir la vida en condiciones óptimas.

Si el tiempo dedicado a dormir no es suficiente para sentirnos descansados al día siguiente o no consideramos nuestro sueño como reparador, es que no tenemos una buena calidad de sueño.
La cantidad de horas de sueño es tan importante como la calidad del  mismo. Cuantas horas necesitemos dormir, dependerán del estilo de vida y de los niveles de actividad y desgaste de cada individuo.
 
Ahora bien, seguramente en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado que frente al estrés, se nos presentan dificultades en el dormir. Los trastornos del sueño, muchas veces aparecen como uno de los síntomas principales del síndrome del estrés afectando la calidad de vida.
 
El insomnio se puede presentar como dificultades para quedarse dormido y/o frecuentes despertares en la noche. Hay insomnio de tipo transitorio debido a tensión, estrés y otros problemas, mientras que el insomnio de tipo crónico es más complejo y requiere una consulta con un especialista.
 
Por lo tanto, es útil tener en cuenta una serie de herramientas para utilizarlas en esas ocasiones en las que Morfeo se hace esperar.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que para tener una óptima calidad de sueño, hay que seguir hábitos saludables.
 
Primero hay que crear un ambiente adecuado; tener un dormitorio, la misma palabra ya nos dice que el mismo es un lugar para dormir. La imagen del dormitorio de nuestros abuelos, con cortinas pesadas, tranquilla, sin tele y sin aparatos tecnológicos, era una invitación a dormirse….¿cuantos de nosotros tenemos dormitorios hoy en día? ¿O hemos convertido los mismos en espacios de usos múltiples?
 
La intensidad de la luz es otra de las variables que ayudan a crear el ambiente adecuado. La luz tenue y escasa es la más recomendable; dado que la melatonina; hormona natural que segregamos los humanos e inductora del sueño; aumenta su producción con la oscuridad.
Según afirman especialistas de Harvard, las pantallas de los diversos dispositivos que utilizamos, son fuentes de luz y emiten destellos que interfieren con el ritmo natural del cuerpo, pues la luz estimula las células de nuestras retinas y nuestro cerebro recibe el mensaje de que ya es de día.
 
Una temperatura agradable para dormir ronda los 24°. Las temperaturas muy calurosas y las muy frías provocaran despertares nocturnos.
Muchas veces cuando tenemos dificultades para dormir, es bueno armar una rutina. Si uno todas las noches toma un baño tibio, escucha música relajante, medita o lee antes de dormir, el cerebro comenzara a conectar estas actividades con el dormir generando así un cronograma de sueño.
 
Realizar ejercicio moderado con regularidad,  favorece el descanso  y ayuda a liberar tensiones. Como la actividad física tiene un efecto activador, la recomendación para que esta no afecte nuestro descanso es no hacerlo al menos, tres horas antes de ir a dormir. La única excepción es la actividad sexual, que no perjudica el sueño y de hecho favorece el descanso.
 
Por otro lado, hay ciertas cosas que es bueno evitar. Por ejemplo, las cenas demasiado abundantes. Si la energía esta puesta en hacer la digestión, no lo estará en conciliar el sueño. Es un buen hábito, cenar al menos dos horas antes de acostarnos.
Tomar líquido es muy importante, pero es recomendable no hacerlo en exceso, sobre todo cerca del horario en que uno se va a la cama, ya que nuestro dormir puede ser interrumpido por la necesidad de orinar.
 
Bebidas como el café, te negro o gaseosas cola, contienen sustancias que generan un efecto estimulante y aumentan nuestro estado de alerta. Hoy en día se conoce que los efectos de la cafeína comienzan tras 30 minutos después de consumirla, pero pueden durar varias horas. Por esta razón, no es recomendable consumirlas al menos 4 horas antes de irse a la cama.
 
Respecto a las siestas, las mismas son buenas y ayudan a renovar las energías, de hecho varias empresas en el mundo tienen lugares destinados para que sus empleados tomen siestas, porque tras ellas aumentan su productividad. Pero la siesta debe tener ciertas características, no debe durar más de 30 minutos y preferiblemente no realizarla  luego de las 15hs.
Por último, tener en cuenta que el sueño es un proceso natural y que el mismo debería sobrevenir espontáneamente. Si al cabo de quince o veinte minutos de acostarse no logra dormir; no pierda la paciencia dando vueltas; levántese de la cama y realice alguna actividad relajante hasta que llegue el sueño.
 
En conclusión, el dormir bien tiene gran importancia para la resistencia al estrés, porque muchos efectos negativos del mismo se amortiguan con la restauración que se produce mientras dormimos. El estrés puede afectar nuestro dormir y el no poder dormir genera estrés, creándose así un círculo vicioso que termina afectando nuestra calidad de vida.